jueves, 15 de octubre de 2009

Magia

Era el silencio el responsable de ocultar las palabras, de matar a las verdades, ¿pero quien calla?, vendaval de interpretaciones a gritos, verdades impuestas como lo absoluto y universal, donde la conciencia es extra en esta película de la historia del hombre. La realidad ya no es nada, o tal vez nunca lo fue, lo que vemos es un escenario montado que cobro su ser, y amo, dominando a los Dioses que lo crearon, porque esa magia hoy día es indispensable tanto para ellos, y tanto para nosotros los televidentes del mundo. La doctrina dogmática la aceptamos a ciegas incorporando la avidez de novedades, saltando de moda en moda, como si los problemas existentes y pre-existentes para los que recién surgen fueran prendas para vestir, y queda bonito ser eso que no somos. Relativamente dormidos en la lengua del domador, sin temor a que los dientes caigan en nuestra existencia.
La lucha ya no es de nadie, la lucha ahora es del otro, la lucha es ajena, mis problemas se reducen a deslizarme por el día, a cambiar la pagia de un libro aburrido que a la vez se genera un contrasentido el cual no queremos terminar de leer nunca, o asumimos que jamás lo vamos a terminar. Pero cuando más divertido seria cambiar de libro, tomar uno divertido, donde somos los protagonistas de la obra de teatro y guionista, eligiendo lo que queremos realmente hacer, que en vez de que no suceda nada, suceda todo. Ahora bien, esta diversión tiene un peligro para el ser-humano-dormilón, es el despertar de su largo letargo, y pensar, porque lleva la responsabilidad de accionar por nosotros mismos. El temor nos puede hacer evitar la subversión, pero el temor al domador nos puede servir como droga motivadora para la liberación de nosotros mismos para así romper esas cadenas virtuales, monetarias, somníferas.
Creemos que necesitamos del dinero para ser libres, aun así, no lo es, el dinero necesita ser libre para que nosotros seamos sus necesitados y seamos el resultado y fundamento de su libertad increíblemente dotada de poder y maravilla. Pero queda el consuelo de que si la maravilla se derrumba ante la verdad, dejando el significado de que en realidad nunca existió tal maravilla. Eso si, como adoramos la magia. Como nos gusta no saber, la ignorancia, la inocencia, porque no somos responsables de nada, no somos culpables, no hay conciencia de nada, dejando la conciencia en la nada, sin proyectarla opacándola de sabiduría y responsabilidad. Hoy la conciencia es pasiva, recibe los condicionamientos, eso si, nos reducimos al conformismo del concepto, y bueno es así, pobre de mí.

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