sábado, 3 de septiembre de 2011

Una nueva forma

I

La Canción de la noche.

Un hambre brota de mi belleza:

daño quisiera causar a quienes ilumino,

saquear quisiera a quines colmo de regalos:

- tanta es mi hambre de maldad.

Nietzsche.

Así habló Zaratustra, La Canción de la noche.

Se acabaron los tiempos de amores, las palabras desaparecen, donde el sol poco le interesa la luna. Ha concluido el reino de la verdad y el conocimiento y tan solo queda en mí la destrucción. Se acabó. Si vivo no es para alcanzar la gloria ni el consuelo de aquellos que supieron retirarse a tiempo antes de que los devore, tan solo queda la soledad tan sola ella, ahí, esperando una sola cosa: la pasión, única dosis que me mantiene vivo, ese anhelo de diatribas, de pensamientos oscuros, de imaginar la sangre y el horror de todas las valoraciones y de todos esos cuerpos que se intrometen en los deseos. Hay un rumbo: el silencio de todos los que no saben hablar.

Hoy mas que nunca prefiero la enfermedad, vivir es enfermarse, todo tiene que ser modificado. Ya no hay relatos, ni cuentos, ni imaginario. Solo persiste el movimiento, el devenir. Cuanto más se recuerda menos se hace, o mejor dicho cuanto mas repetimos en palabras malolientes los que nos hizo es cuando soñamos detrás de escritorios.

Se acabaron las creencias, las nuevas ideas, se ha olvidado lo que nos hace grande, solo hay ídolos, monumentos, Dioses. Lo que nos hace grande es la imaginación, lo nuevo. La sangre no es verdad, la verdad procura la sangre, la enaltece, la genera. Habría que volver a pisar la tierra, el suelo, las plantas, ya no hay que mantener al Hombre, la Humanidad desterró al cuerpo de la vida, de la existencia. Al Hombre tal como se lo conoce y se lo abraza no sabe de nosotros, fue el veneno. Es cierto hay que ser mas grande que la Humanidad. Hay que matar al hombre, para ellos es precisa una metamorfosis.

Tenemos que empezar a mirar a la Historia desde otra perspectiva, la que releva que la Historia nos habla de la muerte, de las matanzas, de que nos hemos hecho a nosotros mismos usando la espada, la racionalidad, somos sangre. No la hemos sabido escuchar, desde el fondo nos ha gritado lo que ella es. Y los que la escucharon, nos han mentido porque su voluntad de verdad fue creativa.

¿En que creer? ¿La libertad? Permítanme dudar de los idiotas que nos incitan a creer en que no somos libres. Aunque también hemos sido disciplinados y domados, pero tenemos que hacernos cargo de que hemos dominado y hemos disciplinado. Permítanme odiar, ya ha llegado el momento lícito de la voluntad de odio, odio a todo lo que creí, a vos, a los que cargan con prejuicios, a los que sienten vergüenza, a mi propia vergüenza de sumergirme en el mar, a sus profundidades, odio a todas las ideas asimiladas, odio al yo, al alma, al hombre tal como se lo conoce. Abracemos la lucha, lo belicoso. ¿La paz? Invento de los que hacen la guerra, camino antes de la nueva guerra que robustece a los que los que vencen.

No he visto una sola destrucción, todo ha cobrado nuevas formas para mantenerse en su lugar, el Poder ha sido inteligente, astuto e invisible. Su arma más poderosa: la palabra. Fue el Poder el que nos contó los hechos, la Historia vista de esta manera también es la creación de esa Voluntad de Poder, el que construyo los relatos y si fue posible es porque estamos ansiosos de verdades, pero no las hay, son creadas para ser conocidas.