lunes, 27 de diciembre de 2010

La distancia que marca tu cuerpo.

Escucho un tango y escribo. Escribo porque no se hacer otra cosa. Triste, apenado hasta el sinsentido. Tu rostro se asemeja a una argamasa que une el sonido exquisito entre la música y mi prosa tan errante. Es todo, no es nada. Tórrido y absurdo. Si embargo te quiero, te preciso a mi lado.

Por supuesto, morimos pero lo haremos porque vivimos. Tan solo quedará la existencia y vos existís en este mundo. Tu cuerpo es como la música: una vez aparecido, caído, una vez que sucede existe para siempre tan dulce y eternamente fugaz.

La embriaguez de tus manos y tu ser afinan el silencio, ese mismo que aturde en la soledad cuando muere tu melodía trágica, fatal.

¡Pobre de mí! ¡Pobre este idiota que espera prestando atención a que llegues en cualquier instante, canción de bandoneón! Piano agudo y ojos en sensación voluptuosa dejando la carne sin piel, sin suciedad. Pura. Ser y carne: Es la pasión. Te deseo.

Por definición pensarte es componer una serie de recuerdos del pasado nuestro. Charlas, Bares, distancia pavorosa. Pensarte es mantenerte cerca, la distancia es imaginaria, es un cuchillo que no existe pero hiende para hacer sangrar. Te sangro, cada gota de sangre llevan tus iniciales las mismas que viven en la orquesta del cuerpo tuyo ese que se aleja del mío. Del mío, sin defensa frente a tus ojos desnudándome, desde siempre, dejando solamente lo que soy. Sin excusas. Frente a vos meramente soy un absurdo. Absurdo porque muero, como toda canción. A su vez, y es por ello, siento, te siento ¿Por qué? No se, muero, lo sé pero lo haré sabiendo lo que es quererte y sufrirte, moriré habiéndote escuchado. Aunque me parezca cada día más al cadáver que he de ser, la ternura sigue indemne e inalterada.

Más allá de todos estos años, no puedo decir basta. El tango de tu cuerpo refinado, de garbo nocturno impregnado tan de Buenos Aires se apremia a comparecer en mis ideas, en mis noches, en mi tinta. Tu presencia física representa un poder absoluto, convirtiendo en realidad todo lo que hay de utópico, en mí, sobre vos cada vez que acaeces. Ocurrís deslizándote entre las determinaciones de mis pensamientos y mi imaginación, moviéndote de un lado hacia otro como si tu alma se apropiara de mi cabeza, y no dejo de estremecerme. Y mis ideas se agitan, pero es mi cuerpo el que lo padece. Estas en mi, estrecha, trato de reducirte al máximo de presión, pero es inmenso el poder de tu melodía. Inacabable.

Es inútil al fin y al cabo, las ideas no sirven, concluyo. Tu cuerpo es la distancia imposible. Es el escenario que contemplo, es el instrumento que no aprenderé a tocar, porque ahí, en ese cuerpo hay una libertad que decide no ser. Me obliga a realizarte en mis ideas. Ese cuerpo es libertad. Bajo ese escenario, junto a una mesa, sobre una silla, estoy yo, sentando, escuchando el tango que sos para dejar de serlo, para así, de esa forma, nuevamente, vuelvas a brillar. Mientras tanto te presto oído para escribir, para que sepas que aun te elijo como mi musa. Aunque no sea mucho, es de verdad.

Pero hay algo más ¿Dónde está lo que penetra en mi cuerpo? Si mis manos no puede apresar nada, si mi cuerpo tan solo sufre, o tirita o se vitaliza ante tanta expresión de belleza arriba de ese escenario. ¿Dónde estas, si estas ahí? Me pregunto cómo es posible que penetres y me apropie en mis soledades de eso que pasó hasta las entrañas y ni siquiera en ellas. Hay algo inconfundible: vivís en mí, por siempre ya que te pienso, ya que te recuerdo todos los días porque te extraño, debido a que de alguna manera tengo que darte una entidad un ser ficticio para definirme como aquel que anhela escuchar una y otra vez, repetidamente ese esplendor callejero. De alguna forma tengo que saborear esa existencia, por lo menos imaginariamente puedo quemarme. Puedo bailar en este lugar, y tomarte de las manos, y cruzar las piernas o rozar impúdicamente mi nariz con la tuya, para sentir el viento de tus palabras en mi rostro. Pero en este lugar imaginario, no puedo besarte. Un beso tuyo no puedo imaginármelo. Posarme en tu boca no encuentra explicación. El cuerpo imposible, tu boca utópica.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta que te hubiera escrito.

03/12/2010

A vos:

Los aromas verdugos de la primavera manifiestan la ternura con la que la luna, tímida por demás, se presta a lucir, mientras suele confesar a la arquitectura de la ciudad toda que puede brillar ella también, con su pasto de las plazas, los árboles, cada edificio, cada casa, cada casilla, y cada ranchada, los autos inertes y los que están en movimiento por personas en inercia. Ella asimismo aplasta su luz contra las plantas, y como toda luminosidad se imprime en los rostros de cada existencia, en el tuyo, en el de éste individuo en soledad siendo él mismo con sus ojos apresados en las cavidades te observan. Rostro de mujer azarosamente configurado, un solo movimiento del parpado derecho o el izquierdo, o una leve vibrar de los músculos de las mejillas un solo bostezo o una simple expresión onírica modificaría todo.

Existís ante mi bella y pura. Ahí esta tu Ser, danza entre el imperfecto silencio de lo ideal, y la furia de una pasión que solo puede destellar de un ser infernal. Dormida bajo sabanas arrugadas y somníferos borrachos, en calma. Arrojada al lado mío, con un brazo debajo de la almohada, y el otro cubriendo el pecho desnudo, un pie se asoma al final de la cama. Yo apoyado en un brazo, también sin ropas, con un cigarro prendido ardiendo entre mis dedos, estoy frente a vos. Y vos sos la prueba de mi felicidad y de que a pesar de mi ominosa soledad hoy tengo alguien con quien pensar, y hablar de tantas ideas inútiles, aburridas que se tornan discursos de agobio total y por otro lado ser por vos mirado analizado hasta el último detalle y aun así me toleras, me siento cuidado. Pero por otro lado sos, a su vez la evidencia de mi terror. En efecto, la incertidumbre de tu futuro me paraliza, me lleva a la excitación extrema de querer adivinar cada consecuencia, pero sin embargo no debo poseerte, no soy yo quien deba prohibir tú hacer, porque no solo eres realmente hermosa, sino que el motivo central y principal que aniquila mi poder sobre vos, es tu libertad. Porque es por ella que estamos aquí y ahora, porque sin ella no podríamos sentarnos en algún bar a conversar y a beber cerveza mientras discutimos sobre política, sobre el amor, sobre el peligroso privilegio de vivir, o cuando caminamos por los barrios o interpretamos en tu casa una y otra vez la misma secuencia musical repitiendo las mismas canciones solamente para compartir algo y perdernos en el sonido para unificar lo que no se vivencia de a dos: el instante.

Es por tu libertad que tu sonrisa juega en tu boca todas las noches como hizo hace una hora atrás cuando me golpee contra la pata de la mesa y luego dejaste deslizar las palabras para decir como siempre repetís que soy un torpe. Es tu libertad la que derruye lo que somos para ser algo, incluso mejor. Es por ella que no caminamos de la mano ni nos encarcelamos entre abrazos. Al fin y al cabo, es por ella que tanto vos y yo al elegir nos elegimos como compañeros. Y que implica algo más, la seguridad incierta de que sabemos que estamos, de que existimos. Esa confianza incorruptible.

A pesar de todo, yo se que siempre me perfilo a arruinar todo y que mi virtud es la destrucción, pero todo sucede porque suelo aburrirme fácilmente con respecto a conservar lo que se tiene, y mi obstinación es buscar respuestas, nuevas formas de saber aunque en este caso es la expresión de la incertidumbre la cual me provoca hasta la carne, me hastía pero no importa, al fin pude conocer esto.

Pero apenas se intrometa el sol, adivino, cuando abras los ojos y me veas habrás de desear que nada haya sucedido, te levantaras excusándote y pensaras que todo fue un error, pero en verdad fue mi virtud la que trajo el error al mundo de vos y yo. Pero quiero que sepas que anhelo con fuerzas persistir y persistir, frecuentando bares y clubes, charlas y debates, y que por nada en el mundo me perdería de tu presencia, porque a su vez tus ausencias testifican que estas. La verdad es que no busqué perderte, tan solo quise conocerte desde otro lado, de concretar fantasías y deseos. No me arrepiento, ni me subyugo durante esta noche de primavera. Mi pretensión era que me avasalles vehementemente tan solo una noche con la plenitud de tu ser, con la totalidad abrumadora y delirante de tu existencia.

Nicolas

sábado, 27 de noviembre de 2010

Demasiado Humano

Todo lo que no es personal es percibido como una débil sombra afirmaba Nietzsche, y cuanta razón. Luego han venido otros pensadores como Wright Mills, este último adivina al decir que los hombres ´´no definen las inquietudes que sufren en relación con los cambios históricos``. Todo es tomado como un dato, y es porque existe una desvinculación en el entramado social, con eso que los sociólogos llaman la relación Inter-subjetiva, pero que a su vez, - y es esto lo curioso - no están al tanto de que cada cosa que hacen, o comparten o dicen incluso de todo lo que toman por cierto, como las costumbres, la tradición, la moral se da en ese marco de lo que llamamos Humanidad. De que cada individuo esta atravesado por lo humano, y nada le es ajeno. Una suerte de haber construido un edificio para luego no reconocerse en él, evitando toda responsabilidad o identidad con eso que se dice sociedad. Identidad en sentido estricto y amplio: como somos la humanidad hemos de ser también el mundo en el que estamos, de que ser-en-el-mundo es una dinámica constitutiva y necesaria para estar en el mundo.

Para detenernos un momento. No seremos suaves, sino todo lo contrario al decir que la humanidad se ha desarrollado bajo el velo de la mentira (usamos esta palabra a modo de oponernos al concepto de verdad), de que las verdades jamás fueron eternas, sino que son producto del devenir constante y progresivo de la historia misma en la que a disgusto de algunos, estamos inmerso y nadando no solamente en pensamientos sublimes y de alto vuelo, sino también en sangre, hambre, miseria y desesperación, además de que esas verdades son las que han hecho de la historia una versión ciega y absoluta de hechos concretos sin relación con los precederos y los posteriores. Pero no obstante, lo que llamamos Humanidad guarda un secreto que aun hoy se mantiene guardado como un santo grial, (aunque en algunos momento se devela), y que es la significación, es decir, la creación de sentidos para todo lo que se considera la cosa-en-si.

Alineándonos un poco mas con Nietzsche, si hoy sabemos distinguir entre lo que es el bien y lo que es el mal, si poseemos una moral, es porque la humanidad se a posado por encima del bien y del mal, lo a sobrevolado para luego sumergirse en ese mundo creado y calificado entre lo que pertenece a un sector y lo que pertenece al otro circulo, que a su vez sirvió para no reconocerse en lo que constituye el mal.

Ahora bien, nosotros desde estas líneas afirmamos que los conceptos de igualdad, identidad – aquí nos referimos a ese reconocimiento tan solo con el suelo, con una patria, o con una estratificación social o clase social, no como advertíamos antes, al principio del texto - y verdad son los factores del mal que impera. O mejor dicho, y sin caer en la tentación frígida del relativismo, somos nosotros los que consideramos qué es eso el mal, pero con fundamento. Y sabemos que todo lo que ha sido y es, es productor de una construcción, pero a diferencia de otros, nosotros queremos seguir construyendo pero para ello es necesaria la destrucción de los cimientos para establecer no verdades absolutas ya que tales no existen sino que en realidad la humanidad construye porque ella misma es una construcción y que por lo tanto no hay nada fuera de ello de que todo es humano, demasiado humano. De que en este mundo no existen los que oprimen y los oprimidos sino que hay un consenso o una relación que posibilita al poder en tanto unidad como ser, en otras palabras queremos que todo individuo tome conciencia de que la responsabilidad es suya también, de que cuando nos elegimos en tanto individuos también estamos eligiendo al mundo, de que no tomemos nada por cierto.

Entonces concluimos que las ideas no sirven para crear, las ideas son solamente armas para arrancar desde las entrañas a todo lo que hoy reconocemos como eso en si, de que las ideas son el instrumento de esa negación lógica del mundo para luego reformular significados e imprimir un sentido al mundo. No para idealizarlo en tanto teleología, sino para darle al cogito, ergo sum (pienso, luego existo) la praxis que Descartes no vio, y que la existencia no es suficiente de que es preciso vivir, en consecuencia necesitamos del caos para que suceda lo hermoso. Por lo visto las ideas son armas que proyectan la destrucción de ese monumento que hoy llamamos la verdad

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La reina del bien y del mal.

Me parece haber descubierto el silencio, donde no precede nada. Un lugar único, donde no hay historia, simplemente habita por ser, es decir existir mi cuerpo sin ningún concepto diacrónico ni teorías estáticas. El silencio, no hay edificios imponentes ni monstruos poderosos.

Tampoco hay calma, percibo en consecuencia la desesperación. Me reconozco como cuerpo sin ideas y sin experiencias. Es esta última la responsable de que en realidad por mis ideas se haya destruido todo lo que se elevaba como la cosa-en-si, como las verdades y las esencias. Por mis ideas o por la interacción de los pensamientos y la experiencia es que ya no se que creer.

En definitiva, solo se que no se nada implicaba o ya Sócrates adivina, en realidad no adivinaba nada, es mi re-interpretación negando al absurdo mundo de las ideas que nada era cierto, sino que todo es una empresa humana llevada a cabo hasta su realización, meticulosamente. Si todo lo que hoy se me dirigió hasta el silencio, en otras palabras, hasta la revelación misma en que todo era una creación humana, es una invención es por lo pronto quedarme sin nada dando lugar, abriendo la puerta a la parálisis mental.

Visiblemente desarrollar filosofías sobre dialéctica y hablar a modo de pensamientos puros o de lógicas como sistema de de determinaciones, a propósito de Hegel es una pavada, es el absurdo monumental, incluso es un absurdo obstinado, poco serio. Hubo de haber sido la frase: ´´ solo se que me he quedado sin nada``. Me sentiría acompañado. En efecto, mis ideas acaban de asesinar al mundo, a la sociedad en su entera confianza depositada en la moral, en la cultural, y en sus valores y reglas de comportamiento. Este crimen me saco del lugar que ocupaba en la estratificación. Lo ocupo, sin embargo, como un obrero revolucionario, que sigue ocupando su lugar dentro de la división del trabajo, de la misma forma yo ocupo un lugar en la sociedad. Seria ridículo renegar de mi condición, a titulo de burgués o ser-clase-media. Pero no obstante, al ser un criminal compruebo que es ficticio el rumbo que perseguía.

Repito, mis ideas han arrancado desde las entrañas hasta la devastación total a la experiencia, a todo lo que yo tomaba por cierto. Directamente sentencio: creo que todo es mentira. Pura magia.

Este silencio, lejos de ser subrepticio, es ostensible. Esta a disposición mía, que se me comprenda: he tomado completa y plena conciencia de mi mismo como empastado de mí. Entre mi conciencia y mi yo, en tanto me asumo como ser-existente. Y en tanto mi cuerpo y toda la conciencia como una única cosa en unidad, una síntesis. Por lo visto no existe una diferencia no hay algo inasociable y que a simple vista al ser conciencia de que existo, soy responsable de mi mismo, debido a que no tengo ideas, que las que tuve solo fueron cuchillos salvajes para abrirme camino, como un Martín Fierro, para derribar lo que tomaba por cierto y es por esto que no tengo ideas, solo fueron utensilios. Mucho menos tengo certezas ni objetos de conocimiento obvios, solo soy algo: conciencia-de-que-existo en tanto conciencia-cuerpo cuerpo-conciencia.

Me encuentro desesperado, en silencio, en soledad sin que alguien me consuele, sin un amigo para que me indique como seguir. He perdido labilidad, he perdido la excesiva confianza del más allá y eh perdido la credibilidad al mundo de hoy. Una vez perdido todo tan solo me queda la libertad.

La libertad hasta el hartazgo, hasta la nausea. Esa nausea que no te permite gritar, porque no hay nada porque y que gritar. Es claro, además pendo del silencio blanco, inmóvil, sin tiempo, a-histórico, el cual no es consecuencia de nada, ni derivación de cualquier reflexión aguda. Es el origen, es la nada. Yo no soy. Pero ahora se, como efectivamente anhelo ser algo, que dependo de mi y no se con seguridad si realmente quiero ser. La verdad me acobardo ante tal proyecto.

Extraño mis estantes, aunque hubiese sido hasta hace poco fútil y costumbrista anaquel. Poseía en mi dormido determinados saberes, rumbos rectos que evocaban experiencias exitosas, y que se las vivenciaba a mi manera marcharía hacia un fin, por un camino recto, arenoso, pero transitaría no con dificultad, y al final llegaría a algún lugar.

Ahora tengo en mis manos la libertad, la pisoteo, la mastico y sabe amarga, a acido sulfúrico, arde y derrite. Parece como si fuera mi peor enemigo. Estoy atado a ella, entre mis manos gordas y apunto de reventar. La sujeto como un aparato represivo, tan solo para asimilarla como pianista a sus teclas para dar el mejor concierto, pero contrario a lo que decía es ella la que me contiene, yo soy su sujeto. Yo por mi parte la aborrezco, no me emociona, me aterra, si comparo con una nota musical seria la mas desafinada. Pero me atrae, como la gravedad al universo. Me expando hasta horizontes nuevos, hasta la utopia, como Faucoult supo bien, es mi cuerpo la utopia. Pero si pudiese atentar contra la libertad lo haría sin dudar, sin vacilar con una vehemencia tal que nadie osaría a detenerme, pero una vez descubierta no hay escapatoria. La libertad me domina para seguir asesinando al mundo y sus verdades. Es una fuerza devastadora, voraz. Trueca el destino. Es ella la reina del bien y del mal. Fue la libertad del hombre que aniquilo a los judíos, fue la libertad del sujeto que detono la bomba nuclear, fue la libertad del ser que enfrenta a los hombres. Es ella la que esta mas allá del bien y del mal.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La antropología al servicio del colonialismo.

La expansión europea colonialista, ya en su fase imperial, es decir siglo XIX, expresa la necesidad de Europa de dominar territorios para colocar su producción excedente. Es el problema que nace a partir de la primera gran crisis capitalista denominada ´´Gran Depresión``. Surgen desde ahora, los grandes Trust financieros, son las nuevas caras del monopolio: el oligopolio (fusión de empresas, dejando fuera de la competencia del libre mercado a los pequeños productores, en consecuencia el capitalismo llega a su contradicción)

Para entonces en 1885 se lleva acabo El Congreso de Berlín. Básicamente se trata de la repartición final de la totalidad de África y Asia por parte de las grandes potencias mundiales, entre ellas comparecían Inglaterra, Francia etc. Pero como ya sabemos, donde existe poder, existe la resistencia. En efecto, da lugar al nacimiento de los movimientos de liberación.

En este marco histórico-político-económico, sin olvidar y que quede bien claro: desde 1870 hasta la primera guerra mundial Europa no registra ningún conflicto bélico, es una época de paz. Sin embargo como condición necesaria de esta etapa de latencia fue la dominación y la creación del mundo. Aquí es en donde la antropología se consolida como disciplina científica. Incluso si vamos hasta las últimas consecuencias, podríamos decir que en el colonialismo capitalista imperial se sirve de ella para tal empresa de totalización. Por lo tanto se desarrolla como ciencia porque empieza no solo a cobrar autonomía con respecto a otras ciencias, sino que además crea o acumula un corpus de datos y un corpus teóricos en el cual no obstante se trata de alcanzar ciertas variables.

Para ir mas lento, es menester explicar que tanto como el colonialismo se sirve, acopia todas las investigaciones de los antropólogos, la antropología se sirve en gran parte de la teoría evolucionista de Charles Darwin, y es esto lo que en realidad le interesa al Capitalismo, poseer certezas frágiles, y falsas siendo en-si simples pseudo-justificaciones para llevar a cabo hasta el extremo la colonización.

Ciertamente, Darwin explicaba que cada organismo vivo posee un proceso universal al que ninguna especie escapa, lo que ya todos conocemos la selección natural, en otras palabras: el mejor adaptado, y es desde esta perspectiva teórica-científica que se concluye la existencia del hombre.

Pensadores como Tylor, Morgan adoptan esta concepción evolutiva de la vida y agregan que el hombre es único dentro de todas las especies, debido a que para ambos la generación de cultura es su capacidad que lo distingue del resto. Lo interesante es que estos intelectuales sentenciaran que la cultura es la continuación de la naturaleza, y esto es el aspecto peligroso que apropiaron y lanzaron al mundo. Según ellos la naturaleza es una sola, por lo tanto y aquí se completa el silogismo la cultura es una sola. Y como evolucionistas radicales instauran instancias o mejor dicho grados de cultura. Es decir, hay un solo camino a donde se dirige la humanidad, lo salvaje es el pasado de este presente que es lo civilizado ya que representa lo primario, lo inacabado y que no solo esto, la condición de evolucionismo cultural es universal y necesario. De modo que, efectivamente, se veían diferencias culturales, era un hecho empírico imposible de hesitación alguna, pero es una diferencia que se entendía por una relación temporal-espacial dentro de un mismo trayecto (tren del progreso)

Es aquí donde se ve la construcción del otro, qui la antropología se afirma como ciencia, busca explicar y no comprender, por lo tanto va en buscar de otros grupos sociales, y la objetividad será su plegaria, su religión. Utilizaran el método comparativo para poder eliminar todo vestigio subjetivo en tanto explicar las estructuras inconcientes que conducen a los sujetos sea salvaje o civilizado a crear los mismos instrumentos o utensilios, a tener lo que Morgan llamaba el desenvolvimiento del pensamiento.

Había que explicar un solo origen, un solo camino y de este se sirve el colonialismo para justificarse, en tanto genocida y etnocida.

miércoles, 27 de octubre de 2010

La pasión.

Me estrecho en los rincones de los pensamientos pegajosos, y descubro al instante que no hay nada de dual entre interior y exterior. Todo modifica el mundo, toda elección implica la humanidad entera. Será cosa divina, pero adivino que siempre buscamos lo que no somos, es evidente, y tan dulce. Saboreamos un rato el presente y sin embargo lo que masticamos constantemente es el futuro.

Lo importante, debo admitir, es siempre elegir. Es una impronta, una bestia salvaje que domina a toda pasividad inerte en tanto intentamos ser una cosa única. La elección es lo que modifica, es una condena. El problema surge de cómo la hacemos ser, o como decidimos experimentarla, si es dolor punzante, o un placer enorme. En la elección se es, de eso se trata el presente. Yo elegí, fue mi acción, hoy la padezco. Pero ¿qué me importa? Me he modificado, soy un hombre nuevo, es cierto, no obtuve lo que anhelaba. Pero por otro lado, ¿Quién dijo que anhelo el cielo, la tranquilidad, incluso que deseo desde las entrañas el reino de la seguridad, y una vida sin sustos?

El problema radica en el tiempo, en que la vida toda es corta sin cuestionarlo sin poner bajo la lupa la duda o manifestar una pregunta, en efecto, jamás nos preguntamos que es la vida. Esto es porque ya todo esta construido, de nada serviría para nuestra tranquilidad, nuestra conciencia en armonía analizar a la vida, es cierto, conlleva el peligro rotundo y estremecedor de aniquilar todo lo que sabemos, es por lo menos dar cuenta de que al mundo en el que caímos esta significado no por alguna naturaleza sino por los hombres mismos, es darnos cuenta de nuestra responsabilidad, o lo mas perturbante: de nuestra culpabilidad. Es entonces, confirmar que no es el tiempo el problema, de momento, cuestionar la vida no es alivio, es la duda es romper ese muro de miserias al cual estamos acostumbrados a arrastrar hasta nosotros para alcanzar una meta, la meta de prolongarnos en la existencia, y no vivir, con tranquilidad, obedeciendo a ese yugo del cual conocemos quien es el dueño.

Y no es el mundo el que nos lleva a ese arrastre, a ese parasitismo repetitivo, acabado, finito y eterno en la reproducción de lo cultural y social a medida de que avanzamos hacia ese letargo costumbrista y funcional de lo que quieren que seamos. No, no son los otros los del poder, ellos escalan al poder porque poseen la capacidad de general la posibilidad del miedo, de caer en la consecuencia del terror y la angustia, y sin embargo somos nosotros los que optamos colocar la barrera frente al miedo, nosotros somos los que permitimos ser como tal al otro que ahora es el poder, nosotros los tibios.

Nuestra falta de pasión, ese hermoso sentimiento que nos posibilita no acobardarnos ni tener hesitaciones a las consecuencias, la que nos hace quemarnos en nuestra propia llama con la convicción absoluta de que nos entregamos a nosotros mismos a nuestra subjetividad y a la humanidad toda, la que nos motiva elegir en tanto no asustarnos frente a esa angustia, es la pasión la mas acérrima enemiga de la tranquilidad, las que nos hace caminar por este peligroso privilegio de vivir. Y lo que significa vivir, es decir, ir significando al mundo nuevamente, la pasión es la expresión mas diáfana de nuestra libertad, como así es el lenguaje de nuestros pensamientos, la pasión atestigua la libertad de nuestro ser, de la libertad como el fundamento del ser. La carencia de ella es la que nos hace ser lo que los demás intentan hacer y finalmente hacen de nosotros.

El día en que nos preguntemos por la vida, y no nos conformemos mas con existir, (porque la existencia no es suficiente es preciso vivir), será el día en que atraigamos la frontera de lo imposible para pisar suelo nuevo. Y a medida de que neguemos la vida pre-existente experimentaremos esa ruptura o dualismo interior-exterior y veremos tajantemente que todo proceso interno se expresa en lo externo, en el mundo, y adivinaremos rápidamente que todo lo humano no nos es ajeno sino que nos atraviesa hasta la carne, porque cada suceso nos estremecerá hasta llevar al hervor a la sangre misma. Y notaremos que al elegir, se elige al mundo, como decía el maestro Jean-Paúl Sartre.

Cuando llegue el momento de anular esa vida ya significada será cuando nacerá nuestro compromiso y se perpetuara hasta las últimas consecuencias. Para todo ello será como menester indispensable e imprescindible la pasión.

lunes, 4 de octubre de 2010

Las palabras.

Sonaban las cuerdas. Rugía la voz. La luz pintaba de un rojo tenue el acogedor recinto. La gente en sus mesas de pino, sentadas observando, perdiéndose por su voluntad en la melodía de aquel tango maldito, valiente y opaco. Un acto pleno de conciencia empastado por ese mundo de arrabal.

Corría la bebida, la pesadumbre del humo formaba fantasmas en el espacio. Hablar hubiese dado vida al pecado. Silencio. El público presa del sonido. Nadie se hubiese atrevido en convertirse en Dios para crear algo nuevo, solo le estaba permitido a la guitarra hacerlo.

La majestuosidad tan dulce, tan lenta y el sabor a herida que provocaba e intensificaba el instrumento. Aquello era una aventura: de instantes a instantes, de muerte en muerte. Las notas sucedían a las demás, las precederás necesariamente dejaban de ser y tomaban sentido gracias a las nuevas notas. Los instantes sonoros, métrico, iban de saltito en saltito. Sabíamos que un último salto arrojaría el fin.

Bebíamos el sonido, masticábamos aquella aventura. Nos afirmábamos en el disfrute, en la voluptuosidad de la exaltación. Secuestrábamos de la música los menesteres para nuestro consuelo, así de esa forma aplacar el propio quebranto. Una nada nos separaba, una canción nos tejía.

Tan iguales, tan dolientes y doloridos. Demasiada existencia. Demasiado ser el que configurábamos día tras día entre los dos.

Afuera el viento bramaba, las hojas no dudaban en danzar. De improviso una de ellas, afligida por el vil ventorral, cayó a la calle. Nada más que eso y se acabó. Había cesado de esperar, ya no tenia un sentido porque florecer. Se acabó: simplemente existía la brisa furiosa, la muerte, el peligro en la calle, la soledad y el olvido. Por una ventana que no era, a decir verdad, una ventana, era más bien sino un cuadro ciego, grotesco, por el cual veíamos ese mundo de desesperación que nos hacia presa de la preocupación, incluso de querer patéticamente en cambiarlo.

Aquella realidad-humana, la misma historia perenne y el esfuerzo del futuro en devorarnos todos los días. Aunque le hacíamos frente sin doblegarnos. Los puños finos y de traje no nos importaban.

Habíamos degustado la violencia sin medida, el lenguaje siendo violencia o la violencia reemplazando el lenguaje. Habíamos recibido una cultura en un plato servido ardiente, implacable e intempestivo. Y sin embargo de momento nos manteníamos de pie sin importar que haya procurado cuidarte sin conseguirlo esa vez pasada.

A pesar de tanta dureza estábamos-ahí, absorbidos por la música, por el tango con la cabeza en alto sin indecisión y duda alguna.

La maldita nada nos separaba aun, nos cercenaba, solo había que extender la pasión, extender la libertad. Por otro lado apreciábamos en demasía la conservación. Por definición: conservar la inercia que éramos para no perder más de lo preteridamente perdido y acumulado en cada uno de nuestros pasados particulares y subjetivos. El miedo al error significaba soltarnos. Conservar la inercia que éramos para no abandonarnos. Era aquello nuestro más preciado cuidado. Todo eso y más lo sabíamos en el mismo momento mientras la música nos quemaba y fundía.

En el bar no éramos un estado, nos comportábamos bajo órdenes de una conducta debido a que podíamos ser transparentes y así trascendernos. Unirnos. Fuimos y somos inteligibles.

De inmediato el tango se desplomó, dando lugar a la posibilidad de que emerja la mirada, esa cosa ajena que comunica irrespetuosamente y sin permiso a las almas. No hicimos otra cosa que no hubiésemos dejado de practicar y hoy seguimos haciendo: sonreír.

Una vez comparecidos, hechos presencia, uno frente al otro por nuestras miradas seriamos de ahora (en aquel momento) en adelante tangibles. Destruyendo el vacío sin dilapidar esa nada, o para bien o para mal nos enlazaba la mirada.

Todavía recuerdo cuando comenzaste a deslizar por tus labios el viento que traía las palabras, articulando a la vez con el brillo de tus gestos y la potencia de tus ojos suaves. Las palabras se posaban en tu boca y caían tan dulce y lentamente en mi oído. Ellas llevaban con si el aroma de la libertad, la que tanto descrees y tanto esperas.

Las palabras se iban desvaneciendo, parecían como las notas musicales, me contentaba y me conformaba con escuchar, mientras servia otro vaso de cerveza para ambos.

El murmullo y las algarabías que atestaban el bar en su totalidad hasta el último rincón. El ruido de los vasos y copas al chocar, el crujir de las sillas. El frío que anunciaba su crueldad en nuestra carne cuando la puerta se abría, el viejo borracho de apellido Cortes el cual deambulaba por las mesas, las risas, el tumulto, en fin, toda la escena de esa noche con todo lo que atiborraba, dentro de ella, se deslizó en un tris como transfondo de mundo para que (desde mi punto de vista y perspectiva en la interacción-subjetiva de los dos) brotara como un amanecer de verano tu presencia y la incomodidad que hacia propicio el estremecer de mis músculos. Aparecías sobre un fondo de mundo, en aquel bar, en esa ciudad bajo el firmamento oculto por las nubes que teñían de violeta esa noche abrumadora. Tu presencia pura, familiar, diáfana e inolvidable era la responsable de emocionarme de sensibilizar a tu espectador. Responsable de aniquilar al mundo entero.

Existíamos-ahí, arrojados en la tierra, estábamos mas allá el bien y del mal. Afirmándonos como dos seres que no se habían olvidado para volverse a juntar, de la misma forma que se habían conocido: de casualidad. Por la contingencia en plena y absoluta libertad.

Mientras tanto, yo extendía la mirada hasta el lugar donde vos te encontrabas, abarcando todo tú ser, re-atrapando tú estar-ahí, aquel relumbre. Privilegiando tú existir por encima del resto. Sin cansancio. Haciendo desaparecer a Buenos Aires en tu totalidad. Apropiándome de tu imagen. Exterminando ese mundo insoportable para que seas única: solamente para escucharte. Para masticar el placer de tu existencia. Así, de esa forma me perdía en el cándido perfume de la serenidad del tiempo. Se paralizaba, lo lentecías dentro del sistema en vorágine de tus palabras.

Mi propósito era desmayarme en ellas, dejar que se vuelquen en mí. Para lograrlo con éxito apreté con los dientes mi libertad. Solo quise que se derrame en mí tu melodía. En esencia me hacías bien.

domingo, 29 de agosto de 2010

Los parásitos.

Sentando en su silla de madera. Se balanceaba. Una lámpara que iluminaba tenuemente tan solo el escritorio donde él se encontraba. La niebla del cigarrillo. La maldición de la soledad. El desasosiego que descansaba en cada fibra corporal evidenciaba el temor a los parásitos, a aquellas fantasías.
Ausencia y presencia, las almas deambulaban, el las supo sentir, las percibía, se confundían con la noche del cuarto y sin embargo los parásitos lo ayudaban a confirmar que lo que sucedía ahí, a pocos metros de él era lo real. No había posibilidad para la duda. O se dejaba devorar cruelmente hasta el estremecimiento, hasta el mismísimo dolor que no deja respirar, el que asfixia, o intentar liberarse de toda sofocación, es decir combatir contra los parásitos. Esos malditos que se habían perpetuado en su propia conciencia, se habían convertido en el señorío de sus actos, de sus pensamientos, de todo lo que era. Controlaban sus deseos, sus emociones. Sus pasiones desde un tiempo a la fecha habían sido atadas a un palo, los instintos habían sido domados, soslayando la voluntad.
De a ratos abría los ojos, contemplaba las páginas escritas vaya a saber cuando dispersas en su escritorio demacrado, atiborrado de cenizas y atestado de lamentos. Libros sin leer, asuntos pendientes no resueltos, ahí estaba el escritorio.

- Hubiese sido mejor colocar el escritorio no frente a la puerta sino en la pared de la derecha, ya que hubiese tenido tiempo, si es que me venían a buscar estos gusanos, que tan solo están para perseguirme, de esconderme tras la puerta y de esa forma poder golpearlos en la cabeza hasta darle muerte. Pero muchas veces, admito, solo los veía apoderarse de mi y dejarlos ir, mientras yo arrodillado suplicaba un poco de aire. -

Sus ultimas palabras habían sido estas, las palabras se habían perdido en el cuarto, las almas que el veía besándose, eran tan solo dos, habían atrapado sus dichos. Estaba todo dicho para él, la locura no era la reina madre, era esclavo de aquellos seres, que claramente lo poseían, ya se habían propuesto acumular, y crecer dentro de nuestro protagonista. Anhelaban la violencia, la disciplina, la obediencia, el debía agachar la cabeza cuando dictaban una palabra, ellos eran los veraces. Estaban respaldados por un mundo psicológico entero, por un pasado. Contaban con la seguridad de que la ipseidad de la verdad, es decir su historia misma era la que acusaba como el único sustento necesario de aquellos parásitos, en efecto el responsable era nuestro sujeto, nuestro héroe. Brilla como la luz de un nuevo amanecer, nadie era culpable, y podían ser los asesinos de la subjetividad de este hombre desgarrado, solitario y taciturno, que se encontraba dibujando garabatos, o pasaba inmediatamente a cortarse las uñas, o simplemente movía los labios.
Hubo un momento donde se levantó, se acercó a un espejo, llevó a su rostro una vela que había sacado de uno de los cajones del escritorio y contempló esa imagen, lo que no veía. De momento, le inspiraba placer ese reflejo, era lo desconocido, como la espalda. Sonreía, lloró de emoción – recuerdo. Cerraba un ojo, abría otro, cerraba este último y abría el primero. Hasta que comenzó a vacilar, era claro, la carne era un muro para todo lo que él buscaba, la carne le impedía abrir camino para abrazar lo que le pertenecía.

– ¿Donde esta, donde esta? se preguntaba

El cuarto empezó a dejar paso a toda la neurosis, el escritorio al fin roto luego de tanta paliza, la silla había sido arrojada contra el espejo. Se llevó un cigarro nuevo a la boca, mientras reposaba en un rincón, de repente nota que un pequeño pedazo de espejo se acercaba a él, lo toma, vuelve a mirarse, tan solo asomaba su ojo izquierdo, y parte de la mejilla. Los parásitos se habían totalizado en la vida. Una de las almas lloraba de la angustia, la otra se le acercó a un oído y le susurró el final. Un nuevo comienzo, una rehabilitación para adaptarse, de que seguramente los parásitos morirían, pero que él nunca tendría salvación, nunca seria lo que fue, sino simplemente una mera adaptación.

domingo, 22 de agosto de 2010

Abre, somos nosotros.

Si nos pinchan, ¿no sangramos?
¿Si nos hacen cosquillas, no reímos?
¿Si nos envenenan, no morimos?
¿Si nos tratan mal, no nos vengaremos?

William Shakespeare - Mercader de Venecia


Existimos, estamos ahí en un mundo, sentimos en suelo, vemos al resto, surgimos en una determinada situación. Nuestros brazos se tuercen para todo tipo de actividad, y nuestras manos contorsionan movimientos sea para estrechar manos con nuestros pares, o para rascarnos la cabeza, para levantar cualquier cosa del suelo. Nuestros dedos toman formas para asemejarse a un gancho, de ellos crecen cierta prolongación que nace dentro de los dedos, ¡qué cosa horrenda! como si fuera el pelo. No obstante lo mismo sucede con los de los pies. Los pies nos mantienen de pie frente a todo tipo de adversidad, ellos también al igual que las piernas (condición necesaria para que ellos tengan su lugar) toman formas, se doblan sin medrosidad alguna y gracias a todo ello de una esquina podemos ir a otra esquina y si a ello le sumamos las manos las cuales están ensambladas a los brazos podemos decir que somos capaces de hacer lo que algunos no se animan a hacer. Hay un cuerpo, hay carne de sobra, hay huesos, piel, de todo ello aparecen por alguna razón fluidos, de nuestros ojos caen lágrimas, de nuestras bocas algo así que se llama saliva, en la boca se ven una lengua, varios dientes, de ella nacen las palabras. Se asoman los labios rojos, finos, gruesos, en nosotros se encuentra gran variedad de partes semejantes. Suceden momentos en los que por algún motivo las palabras, las cuales evidencian un lenguaje es decir una cierta cultura, nos producen en lo mas intimo de nuestro ser la gracia, influenciando a la cara para que sus músculos se deformen y tomen postura configurando a lo que se le llama risa dándole un ser, y toda la cabeza se torna colorada. Hay veces que son de ira, de furia.
Este cuerpo que se mueve, que se extiende y ocupa un espacio determinado, no el que queremos o queramos sino que a veces es el que nos toca y en el nos desenvolvemos, quizás ocasionando problemas, o simplemente buscando deseos. Bajo árboles, o bajo cualquier techo que no es un techo, en cualquier parte vas a ver nuestro cuerpo tendido, o desplazándose.
A veces este cuerpo se lastima, y de él brota la sangre, roja, espesa, como la de todos, y como arte de magia la piel cicatriza y la herida parece desaparecer, aunque sabemos que ahí, en esa parte corpórea hemos sido lastimados. Hay un cuerpo que existe. Sin embargo hay algo que no se conforma con la cosa esa que se extiende y es palpable.
Pero miren que cosa, hay algo en cada uno de nosotros que no lo podemos encontrar, es decir agarrar, o ver, pero que no carece de evidencia por su pasión concreta de manifestarse, es lo que nos hace dar cuenta de nuestras partes, de que las padezcamos. Quiero decir, habíamos dicho que el cuerpo se lastimaba pero somos nosotros el que sentimos ese dolor, o la cara no es la que disfruta de la risa, sino somos nosotros. Hay algo que nos hace ser lo que somos, algo que nos permite afírmanos en la existencia y asumir que existimos, hay algo que nos deja el terreno libre para decir: yo soy, y estoy en una situación-contingente. Aún así, en lo singular es una casualidad, la situación creada es efecto de muchas cosas, de muchos responsables, pero en efecto, podemos decir que existimos, de que somos nosotros y de que estamos artos de tocar la puerta, de que ya no nos conformamos con existir, de que eso es parte del cuerpo que resulto ser mas una propiedad nuestra, de que ahora somos concientes de que queremos vivir, de que queremos vivir porque somos, de que en realidad vivimos porque también pensamos, y porque aunque a muchos les duela o les cueste creer, somos libres.
Nosotros, tantos, muchos, multitudes que se conglomeran bajo el cielo, accionando sobre la tierra, ese es el mundo en el que existimos todos nosotros. Se nos hace necesario decir todos nosotros, porque la diferencia aparece en las situaciones y sea desgracia de la vida hay algunos de nosotros que no nos vemos, e incluso nos odiamos. Nosotros, es decir algunos, no ven personas bajo los árboles, sino que ven acumulación, nos hemos olvidado de que somos dignidad, ven delincuencia, ven droga, ven inseguridad, ven enemigos. Y yo me pregunto ¿Quién es el enemigo?, deberíamos preguntar ¿Por qué se cerraron las puertas? Nosotros los nuevos bárbaros somos ustedes, porque somos todos nosotros.

martes, 17 de agosto de 2010

Justificación

´´ La civilización no ha hecho al hombre más sanguinario,

pero sí más vil, más cobardemente sanguinario.

Tiempo atrás, el hombre se consideraba

con derecho a derramar sangre:

con la conciencia perfectamente tranquila,

suprimía a quien se le antojaba. ``

Fedor Dostoievski.

´´ Los peligros y los males vienen siempre del otro lado,

del que uno no los espera y en esos casos

el miedo no nos sirve para nada``

Juan José Manauta.

A lo largo de la historia universal del hombre y en lo que nos respecta a nosotros, es decir, la historia Argentina se ha caracterizado por buscar una excusa para llevar a cabo las peores formas para el orden de la Patria, o para concentrar el poder en mano de unos pocos. Por la unificación nacional, para la pacificación del pueblo se han encontrado diversos modos que oscilan entre lo terrible y lo cruel como condición no de posibilidad sino necesaria para el derramamiento de sangre y que todavía en el presente esas ideas se prolongan, se extienden del pasado hasta el hoy y esos pensamientos, o racionalizaciones chapotean en sangre aún.

En la continuidad de la historia vemos hombres y mujeres sedientos de sangre, que no se animan a matar, como bien dice el gran escritor (para mi filosofo) Fedor Dostoievski, de sujetos cobardes que exigen al Estado para que la sangre fluya a raudales. A su vez está la muerte, la matanza sanguinaria resulta ser una condición necesaria para lograr un fin, debido a que no se mata por matar ni se hace morir a unas personas simplemente o bajo tormento sin ningún pretexto. Se necesita matar para lograr un objetivo puesto como una causa superior a comparación de las masacres y se pueden lograr las masacres por a una justificación, así, queda de por si ella misma como algo comprensible. En efecto, no ocurrieron por una plena contingencia los horrores que el mundo y la historia misma se ocupa muy bien de mostrarnos. El genocidio nazi, los campos de concentración de toda la Alemania Nazi, de la misma manera los de la ultima dictadura cavernícola argentina del año ´76. La matanza de los indígenas y por matanza quisiera que se comprendiera bien: entre 30 y 40 millones de indígenas se mataron en todo el continente americano gracias a la mundialización del sistema de producción y acumulación capitalista devenido en una economía-mundo y luego sistema-mundo. Fue necesario ¿Cómo no iba a ser de esa forma? A los judíos no se les podía permitir seguir existiendo, eran demasiado inteligentes para el mercado nacional alemán. Lo mismo ocurrió aquí, a los militantes de todos las organizaciones de de izquierda hasta los mas radicalizados, La Tendencia, Montoneros, La Juventud, el Erp, etc. Ya habían tenido su primavera Camporista, ya habían devorado toda la sociedad civilizada, la negrada peroncha, ya se los había dejado tomar la bastilla (devotazo), pero desde ese momento en adelante se acabó. Se acabó. Los verdugos tenían un plan, y toda aquella chusma, todos los cabecitas no podían estar en la vida política-económica-social del gran pueblo, porque sus ideas eran contrarias a las de ellos, los defensores del País, los reorganizadores. Los zurdos debían morir por la patria, ella lo exigía, ellos se sentían y eran los dueños auténticos de la casa que había sido tomada y el plan consistía en ser liberal por lo tanto tenía que llevarse a cabo, la izquierda no iba a dejar, debían desaparecer. El gran dictador lo reconoció, no se podía decir que se fusilaban porque iban a surgir las preguntas.

En realidad se equivoca el gran escritor-filosofo en pensar que se suprimía a quien a uno se le antojaba. No, es la oposición de antojo. No se puede pensar esa antinomia, porque nos implicaría caer en una trampa, en un error conceptual, nos desvía de lo que fue cierto y lo seguiría siendo porque el pasado no se tuerce el pasado como la historia, pese a muchos, es para siempre. No se pueden aceptar la teoría del cerco ni la `` ´´teoría de los dos demonios`` porque no se puede ser ingenuo, ni cómplice, respectivamente.

Pero para poder lograrlo, es decir para justificar el accionar de la maquina asesina fue y todavía sigue siendo necesario para hombres y mujeres de espíritu tanto de impunidad por la ansia de acumular todo el poder y para los viles cobardes, es menester un pathos. Entendamos por este vocablo aquel derecho sin ser cualquier derecho sino uno que se siente en lo profundo del alma y se torna obligación, por definición: pathos para matar (derecho). Y por otro lado existe un ethos (punto de partida) el cual es la construcción del enemigo, nominarlo como tal. Por ejemplo cuando Domingo F. Sarmiento escribe en Chile el ´´Facundo``, y en realidad la tesis central no es la vida y obra de gran caudillo Quiroga es en verdad civilización o barbarie. Describe a la misma como sanguinaria, terrible: lo salvajes incultos de la pampa que atentan contra el progreso de la razón, que no aceptan la racionalidad o majestuosamente se refiere a Facundo Quiroga y a Juan Manuel de Rosas denunciándolos con que destilaban sangre y crímenes. En ellos dos construye al enemigo de la civilización, de todo aquello que esta en la vereda de enfrente de la culta Europa. No obstante avanza mucho mas allá de aquellas figuras los describe así, de aquella forma exacerbando la crueldad por parte de ellos, porque le es preciso hacerlo notar como una propiedad inherente al bárbaro para mas tarde hacer notar - en el libro - la casualidad que brota de todos los hombres que se crían y se forman como hombres en la naturaleza tales como: la horda de tártaros en oriente o haciendo mención al color rojo que esta clase de hombres utiliza, un ejemplo: la divisa punzo que vestían los federales por obligación de Rosas y esto sucede porque considera estas coincidencias como producto de que estos hombres no se hayan separado de la naturaleza. Y si a esto le agregamos que ser culto en Buenos Aires era ser culto a la europea es evidente que habrá leído a Hegel el opulento Sarmiento. Hegel en la Lógica escribe que ´´La naturaleza es el punto de partida para lo que hay que transformar``, es maravilloso, queda perfectamente aclarado que no solo por la brutalidad del gaucho malo por su condición de ser inculto, por renegar de toda civilización (la europea) sino que por ser también parte de la naturaleza es necesario matarlo, porque es lo contrario al capitalismo, porque atenta contra la Patria, el mismo papel lo protagoniza Mariano Moreno en su Plan de operaciones revolucionarios, en el escribe que es preciso que se derrame sangre en nombre de la patria, a todos aquellos que estén en contra de la causa.

Muchos años luego cuando en plena democracia Camps, el general a cargo de la policía federal de la provincia de Buenos Aires cuyo Gobernador era el general Saint-Jean, el mismo que dijo “Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después (...) a sus simpatizantes, enseguida (...) a aquellos que permanezcan indiferentes y finalmente mataremos a los tímidos”. En la misma línea Camps declaro magníficamente: ´´no matamos personas, matábamos subversivos`` y notablemente El general Jorge Rafael Videla sentencia y con esto queda bien claro el concepto que en este texto se quiere hacer ver: ´´Los ciudadanos no son victimas de la represión. La represión es contra una minoría que no consideramos argentina. ``

No eran humanos, eran salvajes, eran bárbaros sanguinarios, no eran humanos, los indígenas no tenían alma. A lo largo de nuestra historia toda masacre es sustentada bajo los fundamentos de una máxima y los medios para llegar a esa máxima también quedaban garantizados, es decir la manera de llevar a cabo el medio por un fundamento, por una justificación: En efecto, es lo otro, lo que no pertenece, lo que no posee las características de ser humano, todo lo que atenta a la civilización y todo aquello que se aleja de lo culto, incluso de lo cristiano. No hay que ver a la victima como una persona, mejor dicho como algo humano, si se lo ve, al contrario, de esa forma entonces comienzan a aparecer las igualdades. Pero no, no eran argentinos, no eran ciudadanos, eran subversivos, eran bárbaros no eran Incas eran sin alma. Todos ellos en su conjunto era lo que había que suprimir.

Siendo el año 2010, incluso en Democracia, todavía nuestra bendita clase media y clase alta sigue pidiendo al Ejercito, esto son los viles, los sedientos pero aun mas se caracterizan por ser los cobardes. ¿Miedo a quienes? o ¿miedo a que? Hoy son los expulsados, los escupitados: los negros de mierda. Son mierda, nada mas que eso, mierda, por algo uno puede comprender porque se dice ´´hay que matarlos a todos y vas a ver como no joden mas`, porque son mierda que molestan, no son pibes, no son pibas, no son familias, son eso nada. No tienen futuro, no tienen vida, porque la mierda no vive, la mierda esta muerta.

Pero no es odio, muy bien lo explica Sartre en su Reflexión sobre la cuestión judía, cuando habla del antisemita. Se puede volcar todo ese concepto aquí en la argentina con los que están más allá del margen. En realidad ese miedo que se hace odio porque buscan odiar porque son cobardes, porque es un miedo infundado, ya que no hay nada en el exterior que de hecho los haga ser así, son ellos que se niegan aceptar que son responsables y culpables, porque la sociedad entera, toda lo es. Pero se superan, comienzan a odiar, y en el odio construyen al enemigo, y nuevamente la historia se repite. Muy bien Sartre dice: ´´si el judío no existiera el antisemita lo inventaría``, nosotros podemos decir: si el negro de mierda no existiera, el argentino civilizado lo inventaría

Y sin embargo ese miedo es alimentado, potenciado. Es muy clara la formula, si aumento la apariencia del desesperado como siendo él el ocasionante de la inseguridad, claro, si fogoneo la sensación de inseguridad para luego yo presentarme como el que va a solucionar el problema no solo me convierto en el salvador de la city sino que también aumento mi poder y me consolido como tal, de esa manera construyo una nueva fuerza de choque, y me queda vía libre para hacer los cambios constitucionales o contra-vencionales a mi antojo. Tengo que adormecer y anonadar. Construyo una imagen de un nuevo sujeto como lo que se posa contra la civilización y la tranquilidad, le quito toda característica lo haga igual a todo hombre y mujer que sí tiene las posibilidades de desarrollarse y realizarse en la vida. Lo criminalizo, y al criminalizarlo, soy libre con el apoyo de los cobardes, de limpiarlos.

El riesgo de quitarle todo vestigio de humano, de armar una imagen fenoménica que oculta el verdadero problema (la desesperación, la falta de respeto, la carencia en posibilidades, la libertad inútil ya que no pueden ejercerla, el hambre, la marginación, la ignominia aceptada) y tal riesgo implica que aquellas personas corran el riesgo de ser matados, de ser violentados, de que la impunidad vuelva a ser permitida.

Y para que se comprenda mejor el riesgo de secuestrar la condición humana a un individuo, hace poco en una declaración de una victima del genocidio cavernícola asesino de los años ´76 contó que Gustavo Alsina, represor de la ultima dictadura militar les dijo por una ventana mientras estacaban a una mujer: “mirá lo que soy capaz de hacer con todos ustedes”. Peor que a un perro, esto deja a la vista que el ser humano es capaz de ser un monstruo. No se puede permitir la construcción del enemigo basándose en que no son personas. No se puede consensuar con los monstruos, no si se quiere una democracia justa, no se si quiere un poder popular.

miércoles, 11 de agosto de 2010

15 Semanas, Enero del 2010

Árboles que tapan el cielo, la oscuridad de la noche que la envuelve, todo eso sobre un fondo en lo que surge su existencia y su cuerpo brota del mundo como una semilla valiosa. Es notable su belleza. Sus parpados cerrados, su mirada clavada hacia el suelo. Su adorable cabello color negro, suave como las nubes, diseñado hasta el cuello. Una luz que ilumina su perfil derecho permitiendo vislumbrar su diáfana primavera mientras piensa. Viste una campera, la resguarda del frío, tan solo eso y en tan poco. Y sin embargo demasiado fulgor, demasiada pureza y feminidad.
Una foto en gris, un rostro familiar, un ser impregnado en la memoria. El pasado sonríe. Las cosas han cambiado y yo aquí en la espera de la muerte de esta ausencia indeseada, que abate íntimamente en silencio. Desnuda mi pesar al mismo tiempo que desarma toda mi carne y mis emociones se exaltan, se altera la sangre y presiona a la conciencia.
La foto es un cuchillo que arranca de cuajo a las palabras, sacando a flote todo el amor contenido ya que nunca tuve el coraje para aventurarme a esos labios, para trascenderme a esa piel y sobre todo para perder mi libertad en todo su ser. Y aunque resulta extraño siempre intenté estar cerca, aunque algún Dios nos vea que estamos en lejanía, porque el tiempo no me llevo a ningún lugar, mucho menos sirvió para olvidar, porque el amor no es fugacidad ni algo temporal, todo lo contrario se perpetúa en él, se clava en el espíritu y no se contiene. Es cierto, todo es culpa mía, porque callé silencios, contuve voluntades pero ya nada tiene relevancia, ahora la foto desgarra, lacera mi corazón. Y una foto, tan solo una foto despierta tanto, y es que no es una foto, es ella es su ser radiante no valorado por los que tuvieron la oportunidad de saberla mujer. ¡Pero que mezquino y apagado resulte con mis sentimientos! Es su ser y en su meollo y su exterior entrega tranquilidad.
Y las palabras ya no ofrecen nada, ojala ya nada este perdido, porque al contrario de lo que se dijo el pecho se cerró y el alma enfermó, y ahora tan solo me queda extrañar aquel ser. Buscaré alivios, buscare tibiezas me entregaré al anonadamiento. Me perderé en lo que queda anhelando que nadie me encuentre y de esa forma dejar a la sangre libre de secarse. Seré nada.
Caminaré trashumante y cuidando el rigor para ir despacio pronunciando su nombre por rumbos inalterables en busca de antídotos porque este sufrimiento me hace sentir vivo. Me iré sigiloso hablando por lo bajo, marcharé de pie destruyendo toda esencia, renunciando a mi silencio maldito, idiota y feroz. Escupiré los momentos, que por apresurados los frené para no recordar, hacia el río que murmura y delata mi cobardía. Mis engaños, mi mala fe, todo impulso colonizado hicieron a este hombre medroso, idiota y soslayado.
Seré nada, porque nunca me anime a ser algo. Quiero volver a la época en la que la veía. A ver esa sonrisa inolvidable. Y mi libertad ya no es capaz de re-atrapar el pasado. ¿Que puedo decir? Ella será siempre imposible. ¿Qué puedo hacer? Marcharé lejos, quizás podré encontrar algún lugar en donde depositar mi cuerpo y descansar mi vida errante para asesinar a la responsable de mi lamento: mi propia libertad.

miércoles, 4 de agosto de 2010

El Sujeto-inerte y El Escupitado

Hay aspiraciones morbosas que se intentan instalar, y violencia renovada que se manifiesta en ´´silencio y despacio``, algún ilustre hombre hizo uso de estas palabras. Hay un miedo manifiesto instaurado por fuerzas con voluntad poderosa para colonizar a los sujetos. Hay monstruos masivos que infectan al individuo, al sujeto-inerte.

Existe una ciudad oscura, de callejones, de avenidas, de luces opacas, una ciudad fría, cruel, vasta pero intolerante. Una ciudad sin ideas nuevas de gente sin pensamiento autónomo e independiente, de personas que se consideran aptos para opinar sobre aquel escupido que ha copado esos callejones, avenidas, plazas. Hay sujetos-inertes que prejuzgan, que vomitan rabia y en el intento de limpiar la mugre, que solo de ellos puede surgir, evidencian el miedo – que funciona como una enfermedad autoinmune –. Ese miedo que se traduce o se transforma en odio, un miedo que evoluciona y se calma a si mismo por la bronca, por el rechazo, por la discriminación que llevan a cabo. Estas personas se encierran, temen abrirse, debido a que si realizan ese acto de valentía dejarían trascender la responsabilidad, la culpa que todos tenemos de todo y sobre todos.

Sus manos, su silencio, su olvido o indiferencia hicieron de las calles la prueba del sufrimiento humano, de que el infierno esta a la vista, construido por sus actos, por las decisiones alienadas o libres.

Ciudad-infierno repleta de rencor por la modernidad desbocada, su resultado son los hambrientos y los desesperados sin derechos, sin más sistema que el del castigo y la sangre. El gran pueblo habla de guerra, de combatir al escupitado, los mortales exigen muerte, intentan obligar la limpieza necesaria. Es claro el gran pueblo es cobarde, el gran pueblo se muere de miedo, el gran pueblo encontró el destino natural de cada hombre y mujer en la tierra: su muerte. Empero, vive y en su inmenso letargo se sumerge a un abismo, compran vértigo y solamente por gula asquerosa cocinan las verdades a fuego rápido para comerla desagradablemente, para justificarse. No vacilan un instante en intencionarse nuevamente a esas verdades. Esta ciudad teme a lo irreal, y de alguna manera se derrama en la realidad.

Están arrancados de cuajo, están aislados dentro del sistema, han sido reducidos a la minina expresión, son átomos rabiosos. Se escuchan de sus bocas gritos de justicia, y denuncian histéricos todo lo que se encuentra en su camino, cuando en verdad están hablando por lo bajo sobre fustigar a los nuevos bárbaros. Ansiosos se los puede ver por lograr su cometido. Están sumidos en la vorágine, han sido totalizados por ese monstruo adicto al poder. Aceptan la dominación y se entregan al sueño placido, al descanso enfermo, a la abundancia excrementa. Enfrentan al mundo arrodillados, servilmente cumplen con las obligaciones que un hombre debe hacer.

Esta ciudad-infierno que como tal todo aquel que se atrevió y se atreve sin haberlo elegido no solo sufre el calor, sino también el frío, la suciedad del civilizado, la lluvia, la desprotección, los vicios, el escape. Padecen los puños cerrados, los golpes del poder, el rechazo, el esquive del que tiene posibilidades, la vista que rápidamente se desvanece. Experimentan la lastima, escuchan los argumentos sobre rehabilitación o de reformar. Son sabidos y construidos abstractamente como los degenerados, los que han perdido la calidad original que el hombre en-si posee. Se sienten descartados, sin futuro en fin, sin vida. Han sido planeados para justificar el olvido: sin derechos, sin futuro, sin vida, sin todo sustento que los muestre y los haga como hombres y mujeres, así de esta forma ha quedado abierto el camino para las aberraciones, es decir por definición: la apertura y las condiciones necesarias y posibles para la última escupida.

jueves, 15 de julio de 2010

Diálogos: Rumbo

Persona 1: - Esperando el rincón, esperando el silencio ¿es posible que se aspire a tanto? Vos que andás por callejones, y bulevares de villa devoto, pateando hojas, sintiendo el frío, padeciendo la abundancia y prolongándote en la existencia sin mucho que pedir, sin mucho que decidir. Acaso ¿será posible el destino? Si podríamos descubrir que es verdadero un rumbo marcado, preestablecido ya diseñado, entonces estamos libres de fracaso, de éxito.

Persona 2: - No lo se mi amigo, tan solo puedo decir que me cuesta demasiado ser feliz. Es cierto, y son validas tus preguntas. Mientras tanto en mi defensa debo decir que ando agobiado para contestarte incluso para hacérmelas a mi mismo ¿Qué culpa tengo? Soy miserable.

Persona 1: - Hace tiempo que no te veo como solías ser, ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te ha quebrantado?, alguien te tuvo que haber lastimado.

Persona 2: - Los años, los siglos, la historia. El amor a ser se ha perdido, se derramo por las veredas, salpico las huellas. Yo soy pasado, estoy descartado. Una mujer se olvido por completo mi nombre, de mis manos.
¿Sabes una cosa?, me da vergüenza admitírtelo.

Persona 1: - Por favor, dime.

Persona 2: - He intentando quitarme la vida hace unos días.

Persona 1: - La sangre nunca limpia la herida, nunca limpia la remanencia del dolor. La sangre huye, hace que escapes.

Persona 2: - Eso mi amigo, escapar, yo quise eso, escapar. Me resultaba una idea tan hermosa, tan caóticamente preciosa. Me encontraba semanas atrás obsesionado con esa idea, la ponía sobre mis brazos, la contemplaba. Anhelaba escapar, me sumergía en el deseo, me imaginaba por fin libre. Una tarde ¿sabes?, me vi frente a un espejo, arrodillado. Y mágicamente, descubrí, que ese no era yo. Que aquella imagen, era mi reflejo. Yo era el que miraba directo a esa copia.

Persona 1: - Estas diciendo pavadas.

Persona 2: - No, quisiera que me entiendas. Lo real era que yo estaba arrodillado, a punto de morir, el arma en mi mano. Por entonces fue cuando sucedió lo mágico, ahí, en ese reflejo no estaba yo, yo era la condición de posibilidad de ese reflejo. Si yo me movía dos pasos ese espejo era inútil, dejaba de haber una imagen. Sin embargo yo seguía, iba a saber que existía, y eso fue lo que sucedió. Sentir la amargura de la existencia, pero que sin embargo era mía, de que yo era.

Persona 1: - No puedo comprender que intentas explicarme.

Persona 2: - Amigo, ¡de que era responsable de mi mismo y de todo lo que sucediera en el mundo!

Personas 1: - Entonces has de saber, y haberme respondido sobre el destino. Sobre nuestra libertad.

Persona 2: - Lo dudo. ¿Y si estuviera equivocado? Seria aterrador estarlo. Yo solo estoy seguro de que era responsable de mi cuerpo, de que si disparaba yo moría. Como bien haz dicho, el rumbo es otra cosa muy distinta. Mis actos como los tuyos, como la señora que pasa por la calle, o como el mozo que no sirvió el café modifican la realidad, hacen aparecer nuevas cosas. Aun así me pregunto ¿este es mi rumbo? ¿Estar hablando sobre mis pensamientos, y vos cuestionándome sobre lo que me ha pasado? Tan solo se, usando tus propias palabras, que me prolongo, me estiro en el tiempo y en el espacio y que es eso me agobia y me tienta a huir.

Persona 1: - Pues entonces, amigo, deberíamos cuestionar si elegir una profesión, si querer ser medico, arquitecto, obrero o toda profesión es un rumbo en si mismo. Perdón que cambie de tema, pero aun así en tu revelación ¿Por qué decidiste no terminar?

Persona 2: - No creas que desvíes el tema, aunque no lo creas la respuesta amalgama lo dicho por vos recién. Al saber que era mi cuerpo, y que él hubiera de arrastrar conmigo todo lo poco que de mi ya había y aborrecía, descubrí, no se si lógicamente o creyentemente, de que no habría de escapar sino que solo quedaba desaparecer, diluirme como la sangre que se desparramaría por el suelo. De que no había sentido alguno, puesto que yo ya le había quitado toda esencia al acto de escapar.

Personas 1: - Consideras que ya nada tiene sentido, aun vas mas allá, nada tiene sentido si no es por nosotros. Ni que nunca algo lo tuvo.

Persona 2: - No lo se mi amigo, no lo se.

Persona 1: Yo estoy convencido que si lo sabes

Persona 2: - Yo solo se que sigo vivo.

domingo, 4 de julio de 2010

Carta IV: Animarse.

Domingo 4 de Julio, 2010



Una noche serena, una cálida brisa, la agradable música que abarca toda la habitación, todo este perfecto ambiente invita a la compañía, a esa sensación o pensamiento de querer dialogar, aun así, no hay nada. ¿Qué puedo hacer? Prender un cigarro, y seguir deseando. El deseo que todo lo moviliza pero como tal, es decir por su condición exige perpetuarse como deseo, y sin embargo yo quiero agotarlo. Yo ahí, ella enfrente, una palabra se filtra por sus labios, una sonrisa se escapa torpemente y mis músculos se doblan o transforman para formarla, una botella de cerveza, en un invierno agotado, ese es el deseo que me es propio.
Hay que animarse, la cobardía es solo de Dios. En lo que a mi me respecta, como ser humano no puedo conformarme por cobardía ha perderla, lo mismo sucede cuando se pregunta Dostoievsky si se puede vivir tan solo por cobardía. No, no se puede ni una ni la otra cosa. Hay que hacer, o por lo menos es preciso decidir. De eso se trata la libertad. El resultado no importa, el resultado es lo que se anhela. Por otro lado las decisiones son, y nunca dejaran de ser, ellas no son pretendidas, ellas construyen lo que uno pretende. Ahora mi pasión es poder compartir la seducción con ella.
Mientras tanto, escribo, todavía no encendí el cigarro, pero la noche se consolida atractiva. Es cierto, es grato ahora mismo, lo único que se puede comprobar. Los temas del disco mueren, y una nueva canción nace. ¿Qué significa todo esto? Que el tiempo ocurre, que el tiempo no muere, sino en realidad todo aquello, todas las cosas que están dentro de él. Por lo visto, apartarse, es decir, ser atemporal es lo imposible indudablemente. Tengo que animarme o me consumiré en el tiempo y restará solo el olvido, y las existencias de mis sentimientos desaparecerán mudas, de forma mustia sin haber sido expulsadas de mi sistema, sin haberse quebrado o haberse diluido en el aire.
Crece el descontento, aparece el cansancio y las ganas de dormir, perder el tiempo parece una rutina favorita del mundo entero, parece que un manto de inercia ha caído sobre mí. Se escuchan ruidos, las luces del pasillo del edificio iluminan, y se deja ver desde mi ventana. De repente se apagan, nada es la normalidad, siempre es algo nuevo. Sinceramente lo que siento, este deseo carente de voluntad no es nuevo, tampoco es viejo, sino constante, es claro, siempre se eyecta al futuro. Pero en esta situación pienso: aunque por increíble que retumbe en las conciencias, ella es la clase de mujer que siempre ha hecho suspirar. ¿Qué culpa tengo? Quererla.
Como un novicio en estas cuestiones he de tener miedo, habrá que aniquilarlo, habrá que dejar de ser un inexperto y afrontar lo que sucede, y no detenerse frente al muro. Existen dos posibilidades: o saltarlo, o dejar el rastro en forma de lamento y luego secar la sangre en los ladrillos del muro. Habré de hacerme daño.
Luego de varios minutos hay solo silencio, el silencio de aquellos que esperan. Las nueves corren, se mezclan, colisionan, y se funden en un mismo cielo del que son partes, ellas solo ellas, yo las miro desde abajo, las detesto, las envidio: ellas no sienten. Ellas no recuerdan el mínimo detalle, no intentan re-atrapar los momentos. Y yo que soy un pobre tipo que solo recuerda, que acumula conversaciones, situaciones, que reabsorbe en la memora cada tris junto a ella, y a la vez desperdicia cada oportunidad, que todo lo pierde. Para vivir hay que decidir, para decidir hay que animarse, mi fundamento, la libertad.

viernes, 18 de junio de 2010

Carta III

Viernes 18 de Junio



Pienso un instante, tan solo un instante y todo lo que pienso se diluye. Un tango arremate y un cielo gris acontece. Una vida siniestra, desagradable pero libre. Una realidad absoluta que evoluciona. Una cultura.
Camino, la gente aficionada a su rutina no mira, se estanca. Podría patear una roca como la cabeza de todos los hombres ¿Qué diferencia habría? Quizás el dolor en ellos les haga renacer de su siesta. Intento juntar mis pensamientos y solo hay pasos mientras un acordeón sufre. Hace frío, una moto, una señora, un pobre chico, la biblioteca y un cartel que dice ´´se vende``, un muchacho y una escoba limpian la vida, la vida que no es. Le exigiría que barra mis sueños y mis ilusiones, ya solo queda en mi el yo y el maldito inconciente. No podría ser libre porque elegí no serlo. ¿Qué se le va hacer? Mi último acto de libertad: perderme
En mis oídos la furia que produce la tristeza ¿en donde andará? Me pregunto. Presiento que de mi no estará hablando ni pensando
Hay algo que necesito confesar: viajaba en un colectivo y pensé que era otro mientras viajaba, al mal suponer el número del colectivo me baje paradas atrás de donde me hubiera de bajar. Se acabo, ya no soy libre. Se ha apoderado de mí el poderío del inconciente. He descubierto la inercia, lo aberrante, lo nefasto. Un hastío en mi formula hipótesis de violencia contra nadie, solo contra mí. Un acaecimiento poderoso, que vislumbra la pobre condición humana. En el hombre se encuentra la lucha poder y sujeto. Yo que quería liberarme del sujeto huraño, un idiota resulte siendo. Me vencí, me doblegue. Soy una dicotomía, es menester la unidad, recrearme como las hojas de los árboles, como una serpiente.
Luego, precisamente ahora, veo pasar desnudo al viento, crudo, me toca. ¡Qué extrañeza! Caigo con los pies en la vereda de un saltito, doy otro saltito, esquivo un charco de agua. Ayer llovió, por lo tanto las veredas y la calle están teñidas de un mar color amarillo. La tormenta transformó el paisaje barrial, y es lindo, me distrae. No se ven pájaros. Esto de observar da vuelta a un costado obsesivo, alguna vez afirme que es algo positivo la obsesión. Es de medio día y el mundo se entretiene. Antes de ayer por la ventana veía pasar a una pareja enamorada. ¡Cuán difícil se me hace soportar este sentimiento!, pensaba. Era la asociación. Por suerte tuve una leve sensación cuando ellos dos doblaron abrazados en la esquina, la sensación del tiempo que apacigua la brutalidad de la noche. La noche es la exaltación y la potenciación de todo pensamiento y emoción. Sin embargo anhelaba estar en ese callejón con ella, necesitaba hablarle confesarle mis ideas, mis miedos, no mi amor. Estar ahí para convertirme en esa serpiente delante de ella.
Ya estoy frente la puerta con las llaves en la mano, no se si entrar, yo se que una vez que introduzca la llave en la cerradura todo será nuevo. Tendré que levantar los pies para no llevarme por delante el escalón. Mi cuerpo se desfigurara tan solo para hacer una sola nueva cosa. Abrí la puerta, nada cambio, sigo siendo. Sostengo la puerta, la siento fría, distante, ahí, pero no esta en mi. ¿Qué hay en mí?, eso tengo que averiguarlo. Me sumerjo en el edificio, y tengo que subir las escaleras. Hasta ahí llegue. Quiero acostarme, hago el esfuerzo.
Increíblemente me estoy sacando el abrigo. ¿Y ahora que? Voy al baño, me miro al espejo. Ese soy yo, pero nunca me veré tal cual como me ven los demás, como me ve ella. Solo veo mi reflejo. ¿Soy yo? ¿Asi me ven? En fin, ya estoy acostado, cierros los ojos. Pero sigo pensando.

martes, 15 de junio de 2010

Carta II

Martes 15 de Junio


Mi cabeza se asoma, la ventana un poco abierta esta, una leve brisa acaricia la piel, que es mía. Viajo. Un hombre camina, otros dos de traje hablan. Dos personas de cuarenta años sentados en el cantero, enamorados juegan a recordar los rituales de la sensualidad. Un policía con frío dialoga con otra persona, eso lo veo cuando el colectivo dobla y sale de la Avenida. La gente que recuerdo, cada existente estaba ahí en distintas veredas de la misma calle.
Yo observo, disfruto del viaje, rehúso a recordarla, pero su representación es mía, hay una parte de ella que me he apoderado. En efecto, La pienso, la abrazo entre mis recuerdos de su divinidad tan humana, tan embarrada. Hace tiempo que no vive en mi algo tan puro, y tanta verdad renunciada, es decir, verdad importante. Lo importante, quizás de aficionado reflexiono, espera ahí. Sin embargo sé de antemano que no necesito de su amor para sentirme vivo. Por primera vez en silencio puedo disfrutar. Soy libre. En mi cerebro está (si me intenciono a su espíritu). Y los golpes futuros no me apuran a la cobardía, estoy dispuesto a llorar. Callo para disfrutar el momento de las sonrisas compartidas que bailan sobre la memoria, de la música que escuchamos. Somos cómplices de un sonido univoco cuando ese momento se da. Somos almas incomunicadas sin menesteres de exigencia. Su sexualidad tan clandestina, y sus impulsos rabiosos brotan en mis nervios cada vez que recuerdo mientras el colectivo me lleva de regreso.
Hay una especie de contradicción: hacerla fluir entre mis sensaciones y luchar contra ello, pareciera que intentara frenar las olas con las dos manos, si se trata de ella es un fracaso. El amor es caos, no es ordenado, ella es impetuosa, probablemente no lo sepa, estoy seguro de esto, de esta totalidad. Hay veces que nos perdemos de conocernos a nosotros mismos y en el otro descansa frenético lo inter-desconocido. En mi mirada, en mi construcción de ella en ese poder que tengo sobre su personalidad aparece su naturaleza fascinante, vertiginosa. Concluyo: ella es arrolladora.
Embriaga, como esta noche, este viento, este viaje de retorno a casa. Ilumina y adormece mi tiempo. Como un cuchillo sin filo, arremata sin dolor sin herida. La sangre no se derrama. Este amor mudo y precioso me permite no regalar sal. Mi atención es la contemplación, por el momento. Tan solo, y no me culpo, procuro gozar de las vibraciones de la carne, del nerviosismo, de la exaltación por compartir una misma idea, el orgullo de encontrar mis palabras en su boca (tan deseada). Tanto amor, tanto fulgor, tanta adrenalina, demasiada inspiración para un solo texto. Ella es demasiada canción.
Podría hablar de su aroma, de su belleza, de su apariencia, pero hay cosas más interesantes para recordar. Es su vida, y sus proyectos, es su libertad que despierta mi prosa tan errante. Lo que no se de ella, su subjetividad tan tentadora, tan abrumante como desgarradora de mis conjeturas es lo que produce en mi tanto embeleso. Seducido me reconozco al fin.
Me bajo, la música se apagó, veo la luna, veo a los hombres y mujeres, nadie sabe de mí. Puede ser que me vean, pero no descubrirán nada de mi amor. El frío se apodera de mis manos, las luces de los autos aparecen y desaparecen. Todos andan por ahí pensando en alguien. La gente anda por ahí. Por algún rincón ella estará en el mundo entre una vida de chacarera y paseos buscando una realidad mejor. Yo seguiré caminando.

domingo, 13 de junio de 2010

Carta I

Domingo 13 de Junio


Es que puedo caminar por varios terrenos. ¡No!, no es un buen comienzo, no es para nada un buen comienzo, no se acerca siquiera a algo con buen sentido. ¿Qué culpa tengo si los pensamientos se acumulan? En fin, no pienso escribir nada, me duele demasiado la garganta, y detesto esta noche. Tengo tanto sueño que cambiaria el despertar de otro cuerpo de alguna persona para no dormir y seguir con los ojos abiertos. Tiempo y mas tiempo, a lo largo de él estamos, hacemos distintas cosas o quizás nada, pero en toda su extensión siempre terminamos por estar fatigados, exhaustos, y debo confesarles, sentir ese pesar en los ojos, como si el mismo Dios pusiera sus dos dedos en ellos y presionara abajo es desesperante. ¿Pero que escribo? Si yo no creo en Dios. Aborrezco mi escritura, ingenua, es de una torpeza manifiesta que incluso ya no siento vergüenza ni por mí.
Ahora bien, llueve, listo, de ahora en mas soy libre dije todo lo que podía decir. En efecto, estuve todo el día encerrado, solo leí un diario, una persona murió, siempre mueren personas. Eso: llueve y alguien murió en la madrugada de ayer, parece que el pobre idiota no miro bien y el tren Sarmiento…el resto es muerte, ya no importa.
Acabo de mirar mis manos gordas, y note algo sorprendente, una especie de intuición que me hizo ver una idea clara, las uñas crecen, también el pelo. Si Hegel hubiera pensado o visto esto como yo se hubiera suicidado. Parece ser, confieso yo Ignacio, que también somos naturaleza a pesar de la conciencia, tengo la leve sospecha que el yo es el momento de cobardía del hombre (por algo será que es lo que tenemos de común y nos hace a todos iguales) ´´yo pienso`` ´´yo soy`` yo no soy un minotauro`` yo soy un pobre diablo`` y la frase mas terrible y trágica ``yo soy yo`` Pregunta: ¿Cuándo dejare de ser? Estamos condenados a ser, lo intentare, yo no soy…vos, o mi vecino que prefiere una botella de vino a mantener relaciones sexuales. Otra vez, no se puede escapar del ser. Sin embargo ¿Qué soy?, lo que quiera decidir, me anoto en la frente (parte del cuerpo que jamás veré directamente) es preciso que me haga responsable de mi y no mal gaste mas tiempo, no solo porque me termina fatigando y cierro el día escribiendo sino en tanto soy también naturaleza me pueden transformar, y a decir verdad, es preferible elegirme y realizarme como idiota a que me piensen al antojo de vaya a saber que pusilánime. O por lo menos con alguna opción tengo que quedarme. Igual ahora no se sinceramente, es tarde, muy tarde. Es de noche, la música empieza a sonar levemente, un hombre habla sobre unos ranqueles, anuncia la historia del personaje al cual la canción esta dedicada. Tomo agua y por accidente enfrían mis pulmones dañados de tanto tabaco, ellos no sienten, ya lo escribí en algún lado, soy yo el que lo siente, parece ser que tan cobarde no soy, el yo resulta ser una especie de sujeto obstinado que rehúsa o se filtra y escapa de toda critica. El yo es un sujeto huraño, tan abstracto que esta incomunicado con el mundo exterior, con las cosas. Yo tengo que dejar de ser yo. Es imposible, alguna manera tiene que haber. Estoy casi seguro que es solo un momento de conciencia, quiero decir, por esencia es algo tan ajeno de realidad fáctica que me condena al aislamiento. Nueva meta: tengo que evitar al sujeto huraño. He descubierto que lo invento, que sucede, tendría que dejarlo de inventar o de renovarlo, o de ser una inercia cuando me sumerjo en él.
Mientras tanto ¿Qué hacer? Algo se me ocurrirá, ahora tan solo veo el humo del último cigarrillo que se desliza por mi nariz, placentero admito, realmente no importa mi dolor de garganta. Todo sigue igual. Un manto de existencia a caído sobre mi, mi cuerpo duele y su velo me insita a liberarme. Se acabó. De ahora en mas basta de existir, es preciso vivir.