miércoles, 2 de enero de 2013

Sobre las personas espirituales



Sucede muy a menudo a determinada cantidad de personas las cuales  no pueden llegar a realizarse en la vida, no tanto en lo que sociedad le imprime como necesidad, sino que es el propio querer el que ha quedado relegado como lo primordial. No hay una materialización de lo que se desea,  podemos decir, no se es lo que se quiere ser, o en otras palabras no se llega a ser lo que se es.  En estas personas no encontramos la lucha a muerte entre el deber y el querer. Personas que se inyectan en el mar de la nada misma, náufragos del aburrimiento, y sospechamos que sus días transcurren cuando recuerdan lo que no fue de ellos mismos. Sujetos débiles que comienzan de a poco a aferrarse a creencias (las cuales consideran profundas y distintas), e intentan ser para ellos y su entorno personajes viscerales, que discuten la tradición, y la norma. A si mismo se convencen de que no responden a lo que la cultura ofrece, o impone y convence.
Sin embargo los veremos yendo de un lado al otro, intentando proyectos que nunca llegan a puerto, evidentemente no están haciendo lo que siempre quisieron, sino que están buscando cosas que nunca van a poder encontrar. No pueden abrirse camino porque ya no poseen el cuchillo que les habría de permitir el triunfo de su grandeza. Se convierten enemigos sin altura del hombre, adoptan una espiritualidad que no les pertenece, que tampoco existe, otros divinizaran a la naturaleza como si fuera un ser que nos conecta con un todo. También criticaran con vehemencia, y quizá no tanta, las construcciones culturales pero seguirán manteniéndola en el meollo de sus familias, porque evidentemente nunca tuvieron agallas para desafiar todo lo que construye al hombre como tal,  ni tampoco tendrán las agallas para romper con esa vida no vivida que fue vivida por otros, o quizá una vida vivida por el miedo. Entonces ya es demasiado tarde, toda su estructura se basa en la insatisfacción, por eso no ríen con frecuencia, y los podemos ver contener risas, carcajadas, el motivo, lo desconozco, a su vez critican al sexo, como algo innecesario, al cual se lo ha catalogado con una importancia exagerada. Esto quizás sea porque la risa y el sexo nos une, quiero decir que piensan que todo placer corporal llega a un punto tan bajo que hasta vulgariza la condición humana,  y ellos ante nada querrán reírse de lo que todo el mundo se ríe ya que poseen una especie de jerarquización imbécil, han montado para si una idea de elevación espiritual bastante mustia. En realidad abominan lo que no pueden lograr.
Encontraran en actividades distintas la justificación del día lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo. Necesitan hacer algo. En efecto son tan parecidos a cualquier otro que buscan sentirse productivos, tienen que saber para sí que hacen algo, y necesitan como una cuestión vital desterrar la idea que constantemente les muestra que morirán sin ser nada, sin haber hecho algo. Si fueran los suficientemente inteligentes y distintos como creen que son, sabrían que la vida no pide nada, que todo transcurre y que por fuera de lo humano, demasiado humano, todo carece de necesidad, de motivo, y que no hay sentido.
Pero insisto, hacen lo que se debe hacer, cumplirán con las expectativas sociales, serán transgresores verbales, simpatizantes de ideas progresistas pero sin fuerza para romper con su historia. Por dentro sufren sus miserias, padecen  deseos nunca experimentados, pero nunca asumen una vida de fracaso como un fracaso propio, sino que culpan al otro, a sus compañeros (hasta en este punto se parecen a cualquier otra persona que ve el mal en el otro). Curiosamente culpan a la vida, culpan a eso que desconocen, porque nunca vivieron.

 Nicolas Zapata