miércoles, 5 de octubre de 2011

Mi lucha.

Creo que no quiero para de escribir nunca. Creo que vivo con mi soledad y a ella me aferro para no perderme. Creo que vivo porque existo y porque escribo. Creo que nada cambia y que es siempre lo mismo: el horror de toda la humanidad, la moral, la pobreza. Creo que estoy asustado y convencido del absurdo de este mundo. Morimos, soñamos, proyectamos y a pesar de todo nada vale. Creo que no le importo a nadie, a mi tampoco me importas vos ni nadie. Creo que estoy enfermo, ahora, acá, mientras la oscuridad de mi cuarto me envuelve y me priva del mundo, de las sensaciones y de los aromas de la belleza que tiene para ofrecer la naturaleza. Creo que tu piel es ya solo un recuerdo lejano. Creo que el cuerpo es el lugar menos aprovechado porque sobre él vive una moral que le impide sumergirse en la embriaguez de los placeres, de aquel néctar que lo alimenta de miel y frutas de nombres desconocidos, que le permite abandonar toda la individualidad y que lo acerca al despojo de las preocupaciones. Creo que el cuerpo, el roce de los cuerpos nos ancla en el presente, en el aquí y ahora. Hacia allá vamos.

Creo, lo sé, que no quiero para de escribir nunca porque es la única manera que encontré para hacer desaparecer a la nausea que me acompaña desde hace años, cuando comprendí que si moría el mundo continuaba, y esta bien que así suceda. Creo en la pasión, en el desenfreno y lo narcótico que me resulta la risa, los besos, el sexo, el robar todo lo que produce, al mismo tiempo, calma y alteración. Creo en no medir las consecuencias. Creo en la parodia del ser humano, somos ficción y simulacro. Hay un misterio, es enorme y elástico: es el cuerpo. Creo que ya no poseo nada, que he perdido toda seguridad en las ideas, por suerte no hay prejuicios ruines que carcomen mi cabeza. Creo que estoy triste y desordenado. Creo en mis obsesiones y mis contradicciones y en mil transformaciones, pero todo sigue exactamente igual.

He hecho el mal, he corrompido e hice llorar a muchas personas. He sido un titán que aplastó todo sentimiento, solamente porque podía hacerlo. Supe hacer crujir los huesos de los que se acercaron, humillé con mis dedos y mis palabras a personas buenas solamente, repito, porque podía. Soy quien soy por el monstruo en que me hice. Pero no me temen, me odian o meramente me ignoran. Creo en la mentira como mecanismo de conservación y necesaria para la vida. Creo que el universo tal como se lo concibe, hace lo que debe hacer mientras el hombre se preocupa.

Creo en los accidentes, en la irresponsabilidad, en el azar, en lo dulce de la existencia creo que morimos cada veinticuatro horas. Creo en la libertad. Creo que solo basta querer. Creo que no hay motivos y eso ya es suficiente para que todo este permitido, pero por supuesto, existe Dios, la moral, y el hombre tal como lo conocemos y es ahí, entonces, donde se acaban todos los peligros de vivir, donde la vida se hace un pasar conformada por lo aburrido y lo único. Creo que no valgo nada ni soy quien para prohibirle al mundo todas sus pasiones y deseos. Creo en los pensamientos retorcidos y lo desagradable como formas de vivir. Creo que lo que esta ocultado, lo que esta tapado y alejado es porque justamente existe, y si existe entonces hay que dejarlo ser y no negar ya nunca mas sus existencias aunque nos produzcan vergüenza, pánico, horror, o si pensamos o tenemos la superstición de que todo ello aunque, lo abominemos, atenta contra la salud y nuestra sociedad.

Creo que aun te sigo esperando ¿a quien? A quien sepa entender todo lo que creo, y aun así, aunque se muera de miedo, me ame. Es a vos a quien le estoy hablando.

Creo que hay que respetar solo a lo que es digno de respeto, en la despreocupación. Creo en las miradas que estremecen la carne, creo en la carne, en el sudor y en todo lo que nos acerca de a poquito al animal. Creo salvajemente en el placer. Creo que se confunde felicidad por placer. Creo que no existe ni un solo Dios, ni el amor tal como lo concebimos. El amor tal como yo lo presumo, es un amor conjetural, sin restricciones sin compromisos, sin obligaciones, un amor que solo exija disfrutar de las personas que participan de él.

Creo que los espejos multiplican los errores de este mundo, pero que a su vez confirman que el sufrimiento esta de este lado del jardín. Esta imagen, que soy yo no padece ni se alegra. Es acá donde se vive porque acá existe un cuerpo. Un cuerpo oprimido, lleno de pudor que sin embargo esta a la espera de sensaciones y nuevos placeres pero que sigue siendo un cuerpo cauteloso, un cuerpo lleno de religiosidad y moral. Creo que es el cuerpo el lugar para experimentar, para ver nacer la belleza. Lugar de aromas tan distintos que las mismísimas flores se marchitan por la envidia. El cuerpo, espacio para dejar al otro dominarlo. Tierra fértil y virgen para explotar toda la euforia. El cuerpo es el lugar para la manifestación plena del animal que somos, para que los placeres se reencuentren con la naturaleza, para satisfacer necesidades, para dar curso libre a los instintos. Hablo del sexo, las bebidas, las drogas. Del lugar para contemplar otros cuerpos, como el tuyo, placer estético cuando disfruto de la belleza que mana de tus piernas, tus brazos, tu piel, tus labios, tu espalda, tu pecho. Ese todo llamado cuerpo es en lo que nunca voy a dejar de creer. Este cuerpo es mi lucha.

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