lunes, 6 de junio de 2011

Tu cuerpo Dionisíaco

Un instante, tan denso como ínfimo, creo que fue la imagen con más fuerza y estremecimiento que presencié una especie de teogonía, como una caída de Tetis en el mundo, una revelación más aun la más preciosa aparición de la cual fui testigo. Ahí estabas, de repente en mi vida, en el mundo, para mí comenzabas a existir. Existías, una nueva voz por escuchar, una nueva piel por recorrer, una existencia plena para contemplar y descubrir. Desde aquel instante mi pasión fue rastrear cada lujo de tus detalles, mirarte.

Un cuerpo, esa distancia imposible que nadie puede alcanzar. Un rostro. Un cuerpo que al descubrirlo noté que era un laberinto cuyos caminos no llevan hacia La Razón, sino que tan solo espera La Locura, la perdición, el placer sexual y espiritual. Ese cuerpo mirado por mí, arrebatado de golpe para guardar en secreto esa imagen agradable. Había dado con lo que jamás quise soltar. Pero sobre todo un recuerdo, inmenso recuerdo que me acompaña cuando me paro frente al espejo, para calmar la angustia que produce a veces la soledad, ese cuerpo aniquila mi soledad, la descuartiza, la niega. Cuerpo que me sirve para huir de las preocupaciones, de los miedos, lugar perfecto para superar los limites de las consecuencias. Espacio extenso para actuar bajo cualquier cielo o sobre cualquier infierno. Territorio para imaginar y fantasear un País, para jugar con el aroma de las flores de la piel. Un cuerpo preciso para olvidar, un proyecto, una elección. Cuerpo que se convirtió en mi posibilidad, en un peligro íntimo, en la posibilidad de que él comience a mirarme.

Los instantes cambian la vida, en suma, aquella nueva existencia inicio el peligro, me arrojó hacia lo distinto: el futuro comenzó a determinar a mi presente. De aquel entonces ese cuerpo fue mi obstinación. Una nueva forma de proceder ante el mundo, había algo que comenzaba a importar para mi.

Nos saludamos, un roce exquisito de las existencias. Primer contacto que envolvió a la libertad de cada uno, una especie de iniciación hacia eso que no somos todavía. Momento trágico, de una intensidad tan inexplicable como arbitraria. Las libertades colisionaban configurando una sinfonía para la embriaguez, para perseguir una distancia inalcanzable un placer inmensurable, delicado. Una música de la atracción. Momento que disparo a la vida hacia la delicia de tu existencia para masticarla, y saborearla lentamente y dar con el delirio de lo dulce de existir nuevamente ante un sueño, una figura que esta ahí, enfrente, siempre enfrente, cuando recuerdo, en la memoria.

Una nueva forma de empezar a jugar con la imaginación, y crear mundos donde bebo las palabras que danzan en tus labios para saltar de a ratitos en mi carne produciendo las vibraciones que alteran la pasividad. Como dice Nietzsche tu cuerpo es el arte dionisíaco, el cual descansa en el juego con la embriaguez, con el éxtasis. Dos cuerpos, el tuyo el mío, una sola locura en el centro de tu laberinto que nos elevan hacia el olvido, hacia lo narcótico del pacto entre nuestras libertades. Bañándonos con los poderes de los Dioses, empezando a ser Dioses porque creamos nuestras fantasías, nuestros proyectos. Eso y más es tu cuerpo, es el lugar para liberar los instintos, lugar para que me encuentres, no es mi cuerpo, es el tuyo el universo donde me verás y me poseerás. La interrupción de lo que rodea, que nos separa del rebaño.

Pero también será el lugar donde no solo me darás y te daré felicidad, sino que será el lugar de las cicatrices, donde te heriré, y me lastimarás. Sin embargo es el lugar donde no quiero contener ningún impulso, y quiero que mi cuerpo sea el que tenga la marca de tus besos, de tus sobras y también de los tajos procurados por un momento de ira repentina. Quiero que me hagas feliz y espero que me hagas llorar. Anhelo que en el intento de achicar la distancia entre cuerpo y cuerpo nos volvamos locos invoquemos la risa y nos sumerjamos en el futuro incierto, diáfano. Y cuando alcancemos el ser de cada uno, podamos al fin recuperar nuestra naturaleza partida.

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