miércoles, 17 de noviembre de 2010

La reina del bien y del mal.

Me parece haber descubierto el silencio, donde no precede nada. Un lugar único, donde no hay historia, simplemente habita por ser, es decir existir mi cuerpo sin ningún concepto diacrónico ni teorías estáticas. El silencio, no hay edificios imponentes ni monstruos poderosos.

Tampoco hay calma, percibo en consecuencia la desesperación. Me reconozco como cuerpo sin ideas y sin experiencias. Es esta última la responsable de que en realidad por mis ideas se haya destruido todo lo que se elevaba como la cosa-en-si, como las verdades y las esencias. Por mis ideas o por la interacción de los pensamientos y la experiencia es que ya no se que creer.

En definitiva, solo se que no se nada implicaba o ya Sócrates adivina, en realidad no adivinaba nada, es mi re-interpretación negando al absurdo mundo de las ideas que nada era cierto, sino que todo es una empresa humana llevada a cabo hasta su realización, meticulosamente. Si todo lo que hoy se me dirigió hasta el silencio, en otras palabras, hasta la revelación misma en que todo era una creación humana, es una invención es por lo pronto quedarme sin nada dando lugar, abriendo la puerta a la parálisis mental.

Visiblemente desarrollar filosofías sobre dialéctica y hablar a modo de pensamientos puros o de lógicas como sistema de de determinaciones, a propósito de Hegel es una pavada, es el absurdo monumental, incluso es un absurdo obstinado, poco serio. Hubo de haber sido la frase: ´´ solo se que me he quedado sin nada``. Me sentiría acompañado. En efecto, mis ideas acaban de asesinar al mundo, a la sociedad en su entera confianza depositada en la moral, en la cultural, y en sus valores y reglas de comportamiento. Este crimen me saco del lugar que ocupaba en la estratificación. Lo ocupo, sin embargo, como un obrero revolucionario, que sigue ocupando su lugar dentro de la división del trabajo, de la misma forma yo ocupo un lugar en la sociedad. Seria ridículo renegar de mi condición, a titulo de burgués o ser-clase-media. Pero no obstante, al ser un criminal compruebo que es ficticio el rumbo que perseguía.

Repito, mis ideas han arrancado desde las entrañas hasta la devastación total a la experiencia, a todo lo que yo tomaba por cierto. Directamente sentencio: creo que todo es mentira. Pura magia.

Este silencio, lejos de ser subrepticio, es ostensible. Esta a disposición mía, que se me comprenda: he tomado completa y plena conciencia de mi mismo como empastado de mí. Entre mi conciencia y mi yo, en tanto me asumo como ser-existente. Y en tanto mi cuerpo y toda la conciencia como una única cosa en unidad, una síntesis. Por lo visto no existe una diferencia no hay algo inasociable y que a simple vista al ser conciencia de que existo, soy responsable de mi mismo, debido a que no tengo ideas, que las que tuve solo fueron cuchillos salvajes para abrirme camino, como un Martín Fierro, para derribar lo que tomaba por cierto y es por esto que no tengo ideas, solo fueron utensilios. Mucho menos tengo certezas ni objetos de conocimiento obvios, solo soy algo: conciencia-de-que-existo en tanto conciencia-cuerpo cuerpo-conciencia.

Me encuentro desesperado, en silencio, en soledad sin que alguien me consuele, sin un amigo para que me indique como seguir. He perdido labilidad, he perdido la excesiva confianza del más allá y eh perdido la credibilidad al mundo de hoy. Una vez perdido todo tan solo me queda la libertad.

La libertad hasta el hartazgo, hasta la nausea. Esa nausea que no te permite gritar, porque no hay nada porque y que gritar. Es claro, además pendo del silencio blanco, inmóvil, sin tiempo, a-histórico, el cual no es consecuencia de nada, ni derivación de cualquier reflexión aguda. Es el origen, es la nada. Yo no soy. Pero ahora se, como efectivamente anhelo ser algo, que dependo de mi y no se con seguridad si realmente quiero ser. La verdad me acobardo ante tal proyecto.

Extraño mis estantes, aunque hubiese sido hasta hace poco fútil y costumbrista anaquel. Poseía en mi dormido determinados saberes, rumbos rectos que evocaban experiencias exitosas, y que se las vivenciaba a mi manera marcharía hacia un fin, por un camino recto, arenoso, pero transitaría no con dificultad, y al final llegaría a algún lugar.

Ahora tengo en mis manos la libertad, la pisoteo, la mastico y sabe amarga, a acido sulfúrico, arde y derrite. Parece como si fuera mi peor enemigo. Estoy atado a ella, entre mis manos gordas y apunto de reventar. La sujeto como un aparato represivo, tan solo para asimilarla como pianista a sus teclas para dar el mejor concierto, pero contrario a lo que decía es ella la que me contiene, yo soy su sujeto. Yo por mi parte la aborrezco, no me emociona, me aterra, si comparo con una nota musical seria la mas desafinada. Pero me atrae, como la gravedad al universo. Me expando hasta horizontes nuevos, hasta la utopia, como Faucoult supo bien, es mi cuerpo la utopia. Pero si pudiese atentar contra la libertad lo haría sin dudar, sin vacilar con una vehemencia tal que nadie osaría a detenerme, pero una vez descubierta no hay escapatoria. La libertad me domina para seguir asesinando al mundo y sus verdades. Es una fuerza devastadora, voraz. Trueca el destino. Es ella la reina del bien y del mal. Fue la libertad del hombre que aniquilo a los judíos, fue la libertad del sujeto que detono la bomba nuclear, fue la libertad del ser que enfrenta a los hombres. Es ella la que esta mas allá del bien y del mal.

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