Bajo tus pies la ceremonia del horror que ocasionó los errores que no superaron mis penas. Delante de mí: la tranquilidad, la vida es para los vivos, los muertos ya no importan. Y vos, que tan sola llorás por las noches en los artilugios para esquivar al ángel que todo lo castiga: crees verlo, crees ver la compasión incondicional aunque solo significa la manipulación de tu voluntad, de tu libertad, Ya nada existe, por lo menos ya nada agradable para mí. El hastío en mi estomago, el hastío en mi cabeza, el hastío en mi corazón. Porque te has perdido en el encanto de inventar nuevas formas de ser para los otros, para complacer los deseos ajenos del prójimo, ya no es melancolía lo que produces, ni lastima, sino rechazo, agotamiento.
En estado febril marchas por un rumbo fértil pero errando porque esperas: la esperanza no sirve, la esperanza es la inercia. Si esa inercia que amputa elecciones con anestesia hace que mueras en vida, habrás de ser una futilidad y cuando despiertes probablemente ya estés muerta, nunca es tarde para el que vive, es tarde para el que espera. Y en ese estado, virtualmente crees ver la superación de la negación, pero sigues de pie frente al vencedor, y ahí estas vencida, admirable, sin sentido, con alma desgarrada y cercenada del mundo. Tropiezas con la inercia, quieres en ella, sientes en ella, te mueves dentro de ella, piensas dentro de ella, sufres por ella, sin embargo es todo lo contrario, ella quiere por vos, ella siente por vos, ella se mueve dentro tuyo, ella piensa dentro tuyo, ella hace que sufras. No haces nada, ni una nueva palabra fruto de la ruptura, de la aniquilación de la inercia. Sos incapaz de decir: - Se acabo, porque te domino, te ha poseído, mermó desde las entrañas hasta los rincones de lo que hasta en aquel entonces era tu ser y de vos maná simplemente una Cosa.
Por triste que sea te has condenado a no vivir, simplemente reposas en el mundo, tiembla tu tierra si te empujan. Sin reaccionar. Si alguna lágrima cae de tus ojos solo ondas en tu estanque se verán. Nada más. Un inerte. Deseas que sean responsables de tu espíritu, aunque no lo confieses, es evidente, estas quieta. Anhelas que te abran los ojos, de momento todo depende de tu libertad, de esa que permitiste que te enajenaran. Alienada. Esclava de la esperanza. Ilusa, esperas un nuevo siglo a que te rejuvenezca, y enseguida caes en la cima de lo maravilloso, pero la realidad destruye la maravilla y deja ver la soledad en la que la realidad humana y por lo tanto vos estas sumergida, en la que surgiste injustificada, y bajo la dependencia encontraste un sentido (impropio, estéril) a todo esto que le llamas tu vida. Inmóvil, patéticamente aberrante y sobre todo abominas la emancipación del alma. Es la comodidad de encontrar una manera de ser, y fuera de ello nada, te consideras sin tener conciencia de ello, como una roca, y te mientes, te auto-limitas a lo macizo, en fin a lo fácil. Te totalizas, te opacas y te dogmatizas fundamentándote. Pero no hay ruptura, no hay una luz que brota del meollo de tu ser, no hay nada nuevo, solo facilidad, comodidad, sufrimiento tranquilo y lágrimas sin porvenir. Esclava de vos misma, de tu ayer. El futuro le restas importancia porque no lo sientes, porque la inercia no tiene futuro, encuentra su ser en el pasado que la hizo existir, es Irrevasable en tanto que la dejas emerger y la sellas en tu alma. Si bien el tiempo se lo da uno, has optado por ser atemporal. De nuevo el hastío en mi. Ya muertas estas.
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