lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta que te hubiera escrito.

03/12/2010

A vos:

Los aromas verdugos de la primavera manifiestan la ternura con la que la luna, tímida por demás, se presta a lucir, mientras suele confesar a la arquitectura de la ciudad toda que puede brillar ella también, con su pasto de las plazas, los árboles, cada edificio, cada casa, cada casilla, y cada ranchada, los autos inertes y los que están en movimiento por personas en inercia. Ella asimismo aplasta su luz contra las plantas, y como toda luminosidad se imprime en los rostros de cada existencia, en el tuyo, en el de éste individuo en soledad siendo él mismo con sus ojos apresados en las cavidades te observan. Rostro de mujer azarosamente configurado, un solo movimiento del parpado derecho o el izquierdo, o una leve vibrar de los músculos de las mejillas un solo bostezo o una simple expresión onírica modificaría todo.

Existís ante mi bella y pura. Ahí esta tu Ser, danza entre el imperfecto silencio de lo ideal, y la furia de una pasión que solo puede destellar de un ser infernal. Dormida bajo sabanas arrugadas y somníferos borrachos, en calma. Arrojada al lado mío, con un brazo debajo de la almohada, y el otro cubriendo el pecho desnudo, un pie se asoma al final de la cama. Yo apoyado en un brazo, también sin ropas, con un cigarro prendido ardiendo entre mis dedos, estoy frente a vos. Y vos sos la prueba de mi felicidad y de que a pesar de mi ominosa soledad hoy tengo alguien con quien pensar, y hablar de tantas ideas inútiles, aburridas que se tornan discursos de agobio total y por otro lado ser por vos mirado analizado hasta el último detalle y aun así me toleras, me siento cuidado. Pero por otro lado sos, a su vez la evidencia de mi terror. En efecto, la incertidumbre de tu futuro me paraliza, me lleva a la excitación extrema de querer adivinar cada consecuencia, pero sin embargo no debo poseerte, no soy yo quien deba prohibir tú hacer, porque no solo eres realmente hermosa, sino que el motivo central y principal que aniquila mi poder sobre vos, es tu libertad. Porque es por ella que estamos aquí y ahora, porque sin ella no podríamos sentarnos en algún bar a conversar y a beber cerveza mientras discutimos sobre política, sobre el amor, sobre el peligroso privilegio de vivir, o cuando caminamos por los barrios o interpretamos en tu casa una y otra vez la misma secuencia musical repitiendo las mismas canciones solamente para compartir algo y perdernos en el sonido para unificar lo que no se vivencia de a dos: el instante.

Es por tu libertad que tu sonrisa juega en tu boca todas las noches como hizo hace una hora atrás cuando me golpee contra la pata de la mesa y luego dejaste deslizar las palabras para decir como siempre repetís que soy un torpe. Es tu libertad la que derruye lo que somos para ser algo, incluso mejor. Es por ella que no caminamos de la mano ni nos encarcelamos entre abrazos. Al fin y al cabo, es por ella que tanto vos y yo al elegir nos elegimos como compañeros. Y que implica algo más, la seguridad incierta de que sabemos que estamos, de que existimos. Esa confianza incorruptible.

A pesar de todo, yo se que siempre me perfilo a arruinar todo y que mi virtud es la destrucción, pero todo sucede porque suelo aburrirme fácilmente con respecto a conservar lo que se tiene, y mi obstinación es buscar respuestas, nuevas formas de saber aunque en este caso es la expresión de la incertidumbre la cual me provoca hasta la carne, me hastía pero no importa, al fin pude conocer esto.

Pero apenas se intrometa el sol, adivino, cuando abras los ojos y me veas habrás de desear que nada haya sucedido, te levantaras excusándote y pensaras que todo fue un error, pero en verdad fue mi virtud la que trajo el error al mundo de vos y yo. Pero quiero que sepas que anhelo con fuerzas persistir y persistir, frecuentando bares y clubes, charlas y debates, y que por nada en el mundo me perdería de tu presencia, porque a su vez tus ausencias testifican que estas. La verdad es que no busqué perderte, tan solo quise conocerte desde otro lado, de concretar fantasías y deseos. No me arrepiento, ni me subyugo durante esta noche de primavera. Mi pretensión era que me avasalles vehementemente tan solo una noche con la plenitud de tu ser, con la totalidad abrumadora y delirante de tu existencia.

Nicolas

No hay comentarios:

Publicar un comentario